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Lletra menuda

Pollença, la castigada costa de los conflictos

Otra vez la costa de Pollença. Parece como si cada uno, una parte de sus usuarios al menos, entendiera que el lugar es de su propiedad o conveniencia y está en pleno derecho de actuar en beneficio propio. Después, cuando la irregularidad salta a la opinión pública o es denunciada, surge la polémica y a veces la pugna política, pero el mal ya está hecho y, en el mejor de los casos, resulta difícil de reparar. El litoral pollencí está particularmente castigado en los últimos tiempos. Entre vertidos no reconocidos, fondeos y movimientos de arena, sus ecosistemas incrementan fragilidad.

Vistos los antecedentes de meses anteriores, no deja de asombrar que los concesionarios de la explotación de la playa de Albercutx, nada menos que una asociación de vecinos, se pongan a extraer áridos y a hacer trabajos de dragado y reubicación de arena por las buenas.

Demarcación de Costas ha abierto expediente y Podemos lo ha puesto en conocimiento de Medio Ambiente.

El Ayuntamiento tampoco cambia de actitud. Vuelve a salir por la tangente, reconoce que no se había pedido permiso a Costas, intenta amortiguar la irregularidad apelando a la costumbre y la necesidad del movimiento de arenas y se pone a solicitar la autorización por vía de urgencia una vez que los inspectores han levantado acta de las actuaciones furtivas.

Nada ejemplar para un gobierno municipal.

Para mayor escarnio aún, los hechos han ocurrido inmediatamente después de que el Ayuntamiento presentara un informe de Arrels Marines que asigna en parte el mal estado de las aguas del Port a la sustitución y reposición de arena sin los estudios ambientales pertinentes.

Hay algo de burla en la consolidación del sustrato fangoso creado.

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