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la excepcionalidad del transporte

Un medio de transporte público sujeto a condiciones excepcionales alcanza de inmediato manifestaciones y hábitos también excepcionales. Este es el caso del tren en Mallorca, entendiendo tal forma de destacar no como un avance hacia la calidad y la eficiencia del servicio, sino como la desagradable incapacidad de consolidar la estabilidad y la respuesta coherente en relación a la demanda y la necesidad del pasajero.

El Dijous Bo es una excepción remarcable en el calendario de fiestas y ferias de Mallorca. Trabajadores y gestores de SFM son incapaces de hablar como las personas –otra forma de comportamiento excepcional en negativo– con lo que habrá huelga de trenes el gran día de Inca y la víspera, hoy mismo. Las autoridades centran su preocupación y esfuerzo sobre esta circunstancia y parecen preocuparse menos de que el tren también se necesita cada día para ir a trabajar, al médico, de compras, a ver a la familia y un sinfín de cosas más. Lo dicho, consideran al tren una excepción necesaria para una jornada de fiesta mayor.

Con las negociaciones irrecuperables hasta el viernes, el ayuntamiento de Inca ha hecho un sobre esfuerzo, una excepción, vamos, y en un pis pas ha logrado medio millar de plazas de aparcamiento para paliar las carencias de los trenes recortados del Dimecres y Dijous Bo. Pero, ojo al dato, estos estacionamientos puntuales no significan que los problemas cotidianos de circulación y aparcamiento que Inca padece cada día queden resueltos. Hablamos, en todos los sentidos peyorativos, de excepciones, con lo cual esta recuperación del Dijous Bo abierto a los no vacunados se convierte en una verdadera excepción en si mismo, no tanto por sortear la pandemia, sino más bien por las anormalidades y carencias que exhibirá.

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