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El ‘postureo’ en las redes sociales arrasa con el paraje natural de Mallorca

La viralización de espacios como es Trenc o es Caló d’es Moro amenaza su pervivencia - Reclaman poner límites para frenar los efectos de la masificación turística

Es Caló d’es Moro se ‘vende’ por Instagram como una de las playas más bonitas, destacando sus aguas cristalinas. La realidad es que para acceder hay que hacer una cola que puede alcanzar las 4 horas. Baleares Film / Manu Mielniezuk

Playas abarrotadas en las que no cabe ni una toalla más, carreteras colapsadas por vehículos ansiosos de llegar a los parajes naturales mallorquines más instagrameados del momento o miradores invadidos por una muchedumbre móvil en mano. Es la radiografía estival que se repite año tras año en Mallorca, con o sin pandemia, y que hace que ecologistas y algunas instituciones municipales se cuestionen el modelo turístico actual. Además, a este cóctel mortífero hay que añadirle las redes sociales, y en concreto Instagram, ya que han jugado un verano más un papel clave, potenciando la saturación de la isla al viralizarse espacios como es Trenc, es Caló d’es Moro, el faro de Formentor o las puestas de sol en sa Foradada. Un caballo de batalla difícil de combatir de manera directa, por lo que ecologistas y ayuntamientos coinciden en destacar que la solución pasa por restringir el acceso a los espacios naturales. En definitiva, poner límites.

Para entender, si es que es posible, el fenómeno de las redes sociales, Rosa María Díaz, consultora de Social Networking, nos da una pincelada sobre su funcionamiento, sobre todo de Instagram, «la red social de viajes por naturaleza». En palabras de Díaz, esta plataforma ha adquirido la función de «guía turístico», de manera que los usuarios, a través de su experiencia en la mayoría de casos, te recomiendan un destino y te desgranan pautas y consejos, como qué visitar o qué comer. «Es como si te lo aconsejara un amigo o un conocido», subraya esta experta en redes sociales, al tiempo que advierte de que no hay que buscarle la racionalidad a todo este mundo viral, «porque sino estamos perdidos».

Las imágenes comienzan a circular y los instagramers se nutren de esas opiniones y experiencias, anotando todos los «sitios imprescindibles» que deben visitar -así es como se lo venden-. Recomendaciones de parajes naturales que empiezan a repetirse en miles de cuentas. Y aquí entran en juego los hashtags. «Son palabras que van precedidas de una almohadilla (#), y segmentan las publicaciones, ayudan a organizar los temas y a posicionar las publicaciones», explica Díaz. 

A modo de ejemplo, al buscar #visitmallorca en Instagram se abre una página con un sinfín de fotografías de la isla con los rincones paradisíacos más destacados por estos usuarios. 123.000 publicaciones en concreto. Son las veces que los instagramers han utilizado este hashtag. «Y cuantas más veces aparezca este hashtag, más visibilidad tiene, más viral se hace», asevera la consultora de Social Networking. Preguntada por las colas infernales que se han producido este verano para acceder a es Calo d’es Moro (han llegado a alcanzar las cuatro horas) al igual que las acaecidas en es Trenc, Díaz no titubea al responder: «Porque la gente lo ha hecho popular». Cómo, se preguntarán. «Por las redes sociales. Tienen un poder de llamada brutal. Y es que los impactos que tú recibes a través de Instagram determinan nuestras decisiones», arguye. Según Díaz, se trata de comodidad, de «ir a lo seguro». «Si tanta gente te recomienda un sitio, piensan estos usuarios, habrá que ir», señala. Lo que estos instagramers no tienen en cuenta es que lo hacen cueste lo que cueste, es decir, sufriendo colas inhumanas, atascos repulsivos, y por consiguiente, favoreciendo la saturación de la isla.

Es Caló d’es Moro se ‘vende’ por Instagram como una de las playas más bonitas, destacando sus aguas cristalinas. La realidad es que para acceder hay que hacer una cola que puede alcanzar las 4 horas. Baleares Film / Manu Mielniezuk

Para hacernos una idea de la dimensión de este fenómeno, buscamos en Instagram cuatro hashtags con los nombres de los espacios más colapsados este verano, o de los más, y este ha sido el resultado: en el top se encuentra #formentor, con 137.000 publicaciones (la búsqueda concreta de #capdeformentor cuenta con 61.900 publicaciones y la de #farodeformentor apenas alcanza las mil), seguido de #estrenc, con 121.000 publicaciones a sus espaldas. Sorprendentemente, el hashtags #escalodesmoro se encontraría en tercer lugar, con 36.200 publicaciones, y #saforadada, 22.800 publicaciones. Decimos sorprendentemente porque teniendo en cuenta la viralidad de las instantáneas en es Caló d’es Moro contrasta con las cifras. Díaz lo argumenta: «Tal vez el hashtag #escalodesmoro no es de los más utilizados, pero si buscas calas de Mallorca o las mejores playas de Mallorca, es Caló d’es Moro siempre sale entre las cinco primeras, de ahí su popularidad».

Pese a que el acceso al faro de Formentor está restringido de 10 a 19 horas, cuando se abren las barreras los vehículos se acumulan como ocurría años atrás (imagen de 2018). CAIB / DM

Los hashtags son una estrategia de marketing que lejos quedan de solo ser utilizados por fanáticos de las redes sociales. Según Díaz, es una herramienta que emplean las marcas, y hasta el propio Govern al ‘vender’ Mallorca, y el archipiélago balear en general, como destino turístico. De manera que «todo circula y todo influye». Y ya no hablemos de la figura del influencer: «El poder de influencia de estos es bestial. Pueden determinar que un espacio o una marca triunfe, o por lo contrario, caiga en el olvido», afirma.

También los anuncios publicitarios son otro hándicap a tener en cuenta al hablar de factores que contribuyen a la masificación turística. Un ejemplo de ello es Estrella Damm, que grabó en el año 2012 en la Serra de Tramuntana, lo que disparó la popularidad ya en aquel momento de espacios como Banyalbufar, Cala Deià, sa Calobra o la playa de Formentor.

Al final, la viralización de un espacio provoca su saturación. ¿Por qué? «Por postureo», responde Díaz. Se ha constituido alrededor de las redes sociales una cultura donde todo vale para conseguir esa preciada instantánea que circula como la pólvora por miles de cuentas. «Y lo hacemos por deseo, no por necesidad. Impera el deseo de presumir de las vacaciones, de que estamos en un sitio maravilloso. En definitiva, aparentar», sentencia la consultora de Social Networking. Y para asombro de muchos, el ingenio no siempre acompaña estas publicaciones, ya que las fotografías se repiten: mismo enfoque, misma pose, mismo selfie, hasta la misma expresión en los rostros…

La necesidad de poner límites

Los efectos de la masificación turística sobre la isla y la necesidad imperiosa de preservar los parajes naturales son un debate cada vez más candente. Y este verano, como era de prever, se ha vuelvo a reabrir al circular imágenes de es Trenc o es Caló d’es Moro saturados. Aunque no sorprende. «Es lo de siempre. Que no nos vendan que se trata de algo puntual», asegura la portavoz de la entidad ecologista GOB, Margalida Ramis, quien esgrime que los espacios naturales «necesitan un blindaje».

Según esta ecologista, durante estos meses estivales se ha puesto de manifiesto que pese a que la isla ha acogido a menos turistas que otros años previos a la pandemia, Mallorca se ha colapsado de la misma manera, sobre todo con el turismo nacional. Por ello, reitera la necesidad de poner límites, y acusa a las instituciones públicas de vivir en una realidad paralela, además de «falta de conciencia» sobre esta problemática.

Siendo una de las playas más visitadas de Mallorca, para acceder a es Trenc hace falta una buena dosis de paciencia para soportar el infernal colapso de su camino. Algunos lo hacen andando. Baleares Film / Guillem Bosch

Así las cosas, la portavoz del GOB remarca que se debe analizar la carga ecológica que puede soportar un espacio natural. «No cuántas toallas caben o cuántos vehículos pueden acceder», advierte. Una solución con la que coincide el alcalde de Deià, Lluís Apesteguia (Més per Mallorca). «Deberíamos estudiar la carga que puede soportar la Serra de Tramuntana y limitar su acceso a este número como ya hacen otros países», indica el ecosoberanista, al tiempo que añade: «Tenemos un paisaje, un espacio natural que queremos preservar y controlar». Por ello, instan a las instituciones a que tomen cartas en el asunto y no les tiemble el puso a la hora de restringir: «Es por un bien mayor. El cambio climático ya está aquí y estamos sufriendo sus efectos».

En palabras de Apesteguia, todo aquel que quiera visitar la isla será bien recibido, aunque «no todos pueden venir a la vez». Y enumera sus consecuencias: «Las carreteras no están preparadas para soportar tanta afluencia de vehículos, por lo que se colapsan y acaban aparcando en cualquier sitio; no hay agentes suficientes para controlar tanta población; además de los efectos negativos obvios hacia el medioambiente y los propios residentes». 

Según el primer edil deianenc, la presión humana que ha soportado la localidad este año ha sido insólita. «Nunca habíamos tenido tanta gente», apunta. Deià se ha puesto de moda, como ha quedado patente este año a través de las redes sociales. La Cala se ha masificado y su ya famosa puesta de sol desde sa Foradada se ha vuelto a viralizar. «Desde sa Foradada la puesta de sol es magnífica, pero al igual que en otros tantos rincones de la isla», asevera Apesteguia. 

En los «imprescindibles» de qué ver o hacer en Mallorca sale la puesta de sol desde sa Foradada. ¿El resultado? Una muchedumbre móvil en mano invade el mirador (imagen de hace unos años). A. MAGRO

Para que las restricciones se cumplan, Ramis propone extremar la vigilancia en estos espacios, y aumentar la información que circula sobre Mallorca, aunque esta última es un arma de doble filo. Según defiende la portavoz del GOB, una vez que se pone de moda un lugar, es mejor informar sobre las peculiaridades del espacio, sus accesos y las restricciones que se aplican. «Así sabrán a dónde van y su valor medioambiental», sostiene. Un paso que va acompañado de la coordinación entre las instituciones, a veces inexistente, según esta ecologista.

Aunque las limitaciones no siempre surten los efectos deseados. O al menos así lo ve el alcalde de Pollença, Tomeu Cifre, para quien las restricciones de acceso a la playa de Formentor y el faro han supuesto un efecto llamada. «Cuando se abría el acceso [ a partir de las 19 horas], la carretera se saturaba». Por ello, apuesta por limitaciones, pero según esgrime, estas en concreto no se han gestionado bien.

Limitaciones, más concienciación y coordinación entre las instituciones públicas e incrementar la información. Son las soluciones que proponen ecologistas y consistorios para preservar el paraje natural mallorquín, amenazado por el postureo en las redes sociales.

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