Tal día como hoy hace 350 años las tierras de Campos temblaron. No era la primera vez, pero sí es el primer seísmo del que ha quedado constancia escrita.

El 18 de marzo de 1660 la población sintió cómo el suelo se movía. El terremoto de intensidad cuatro o cinco –según estiman los expertos consultados– se repitió días después, el 19, 26 y 28, dejando su sello también en Sóller. Apenas se dijo mucho más, o al menos es la única referencia que ha llegado a nuestros días. Las únicas citas halladas fueron recogidas en el Cronicón Mayoricense. Noticias y relaciones históricas de Mallorca desde 1229 a 1800, obra de Álvaro Campaner, que escribió: "A las dos de la tarde del 18 de marzo se sintió en Campos un corto terremoto, el 19 y 26 se repitió y el 28 a medianoche lo mismo". Ni siquiera Francesc Tallades en su obra Història de la vila de Campos alude al suceso.

En esa época los pocos payeses que poblaban la localidad vivían ajenos a los movimientos sísmicos emergentes bajo sus pies. La descripción del Cardenal Despuig sobre este municipio un siglo después nos da una ligera idea del modus vivendi de este pueblo, entrado en la época barroca. "Fundado en 1300 tiene 395 vecinos." –dice Despuig– "Abunda el grano y el ganado [...] hay unos baños muy saludables, crían los campos cantidad de sosa y en su término existen las salinas que producen finísima sal".

Por aquel entonces las propiedades de las aguas termales eran sobradamente conocidas, pero no su procedencia. Campos se gestó sobre una de las fallas –situada entre la vila y ses Salines– que existen en la isla, y que convergen paralelas a la Serra de Tramuntana. Se sabe que la cuenca de Campos tiene entre 15 y 20 kilómetros, y que el pozo térmico es, por tanto, es una consecuencia de la actividad subterránea.

Sus repercusiones fueron tan escasas como sus referencias. El seísmo no causó daños estructurales aunque algunos cronistas posteriores como Habsburg Lorena asocian el seísmo con el derrumbamiento de un arco de la catedral, creando cierta confusión sobre su fuerza. Actualmente, los expertos han rechazado dicha tesis, y achacan la caída de una de las piezas del portal Major de la Seu del 22 de mayo de 1660 a las deficiencias estructurales de la catedral y a su deterioro.

Los estudiosos creen, sin embargo, que le precedieron muchos otros sin que hoy quede constancia escrita de ellos.

El geólogo Jordi Giménez, del servicio de estudios y planificación hidrológica de la conselleria de Medio Ambiente, estima que el temblor debió sentirse en buena parte de la isla, aunque los documentos escritos únicamente nos remiten a Campos y a Sóller, donde ese mismo día poco después las sacudidas también debieron alertar a la población. Joaquín María Bover de Rosselló en su célebre obra Historia de la Espugnación de Sóller menciona el fenómeno sin profundizar en más detalles.

Su epicentro también es un misterio como lo son los efectos que causó entre la población. Giménez comenta que con esta intensidad la ciudadanía nota las vibraciones y se asusta pero no llega a provocar desperfectos. Damià Crespí Bestard, geólogo y profesor de ciencias naturales del CEPA de Alcúdia, lo sitúa en la latitud 39,5 y longitud 2,75, y calcula que tuvo una intensidad de VI en su trabajo Terratrèmols a Mallorca: una aproximació històrica y geològica. Giménez estima que podría haberse generado mar adentro más allá del archipiélago de Cabrera.

No se tienen noticias de más terremotos en ese siglo, aunque los expertos predicen uno cada 500 años.