Un juez de Palma ha ratificado el despido disciplinario acordado por la empresa municipal Emaya, contra un trabajador que fue sorprendido saliendo una jornada de pesca con un amigo, coincidiendo en una fecha en la que estaba de baja laboral por una supuesta lesión en el codo. Sin embargo, esta dolencia física no le impidió poder manejar la barca, ni poder aguantar una jornada de pesca que se prolongó durante más de cinco horas. Y, además, al día siguiente volvió a ir a pescar.

Este trabajador, según señala la sentencia, llevaba unos 25 años en la empresa, con un sueldo bruto diario de más de cien euros.

Antes de que se produjera este incidente, el trabajador pidió a la empresa un cambio de turno. Siempre trabajaba por la mañana, pero pidió hacerlo por la tarde porque tenía que encargarse del cuidado de su madre. La empresa le propuso cambiar de sección, para poder así cumplir el horario que solicitó. Pasó a formar parte de la sección de desobstrucción y limpieza del alcantarillado.

El empleado presentó varios partes de baja, alegando que sufría una lesión en ambos codos.

La empresa municipal empezó a sospechar que este trabajador podría estar mintiendo, en el sentido de que no era cierto que sufriera la lesión que le impidiera trabajar. Para confirmar estas sospechas, Emaya contrató los servicios de un detective privado que confirmó que, en efecto, el trabajador estaba mintiendo.

Así, el día 17 de diciembre de 2020 el empleado salió de su casa a primera hora de la mañana. Condujo su coche particular, que arrastraba un remolque con una barca. Se dirigió al Port des Canonge, introduciendo la barca en el agua ayudado por un amigo. Ambos zarparon y el detective comprobó que llevaban a bordo varias cañas de pescar.

Sobre las tres de la tarde la barca regresó al puerto. El detective observó cómo el empleado sacaba un tronco del agua, antes de enganchar la barca al vehículo y marchándose al lugar.

Al día siguiente volvió a hacer lo mismo, aunque esta vez se fue a pescar al mismo lugar acompañado de dos personas.

En el tercer día de seguimiento se comprobó que el empleado se dirigió con su coche a una finca particular cerca de Costitx. Iba con un amigo y ambos entraron en un coto de caza. Se le vio abrir el maletero del coche para soltar los perros que llevaban para cazar. También fue visto portando una escopeta, que manejó con los dos brazos.

El empleado no ha negado los hechos, pero para evitar el despido ha alegado un defecto de forma a la hora de comunicarle la medida disciplinaria.

El juez se muestra muy duro con el comportamiento de este trabajador municipal, al considerar que es incompatible que una persona que sufre una lesión en un brazo, que teóricamente le impide acudir a trabajar, aproveche el periodo de baja para practicar el deporte de la pesca. En este sentido, el magistrado interpreta que desarrollar una actividad, que es incompatible con una situación de baja laboral, constituye una grave deslealtad, así como una grave violación del deber de buena fe que debe mantener con la empresa que le paga su salario. Y entiende también que un trabajador que realiza este tipo de comportamiento, que puede suponer un retraso a la hora de poder recuperarse de la lesión que le impide trabajar, merece una sanción disciplinaria que desemboca en el despido.

La sentencia detalla que el juez no se ha creído la excusa del trabajador, que contó que había manejado la barca de pesca para mostrársela a un amigo, que tenía intención de comprarla. Esta excusa no explicaría que al día siguiente se fuera de caza acompañado de otro amigo.