"Me siento muy segura y protegida, algo que quería para mis hijos", ha manifestado Kelly, madre de Iker, de 10 años de edad, y Megan, una bebé de tan solo diez meses que, junto con su marido Jorge Luis, son usuarios desde hace unos meses del centro de acogida familiar de corta estancia del Ayuntamiento de Palma que gestiona en el antiguo convento de clausura de las Dominicas la Fundació Sant Joan de Déu.

Jorge Luis dejó su Perú natal en julio del año pasado "buscando una vida mejor". Se desplazó primero solo a Palma en solitario y después vino su familia. Recuerda que "las cosas se fueron complicando a medida que pasaban los días, y primero nos recomendaron ir a la Cruz Roja, después al IMAS y luego aquí". Reconoce que llegaron al centro de acogida el pasado mes de diciembre "con un poco de miedo porque todo esto es una situación nueva para nosotros, pero con la ayuda del personal del centro, los monitores y la psicóloga nos hemos podido adaptar rápido".

Asegura que "para nuestro hijo mayor ha sido un poco difícil", aunque afirma que "esta situación ha servido para que estemos más juntos como familia".

Su mujer recuerda que "en el momento en que llegamos al centro todos estábamos vulnerables", porque "habían pasado muchas cosas antes de decidirnos dar este paso". Recuerda también que su hijo mayor ha tenido necesidad de recibir ayuda psicológica. A ella el personal del centro la ha ayudado con el empadronamiento, lo que ha permitido "llevar a mi niña al centro de Salud". Además del empadronamiento "nos han ayudado a conseguir la escolarización para nuestro hijo mayor" e intentan que encontremos trabajo, reconoce que la principal dificultad para ello es que aún no disponen de documentos, por lo que la forma de encontrarlo "es el boca a boca", asegura.