«Un barbero es de peine y tijera», sentencia Davide Carosella. El propietario de la barbería Malandrino es de viejas costumbres: navaja afilada en mano para marcar los contornos y trazar las líneas. «Lo que no me gusta de los nuevos barberos es que sólo usan la máquina», protesta. Su experiencia y virtuosidad -desde las trece primaveras barría los suelos de la barbería de su barrio en la ciudad italiana de Bari- bien le han valido clasificarse como uno de los diez mejores barberos del país en la cuarta edición de los Premios Soy Barbudo.

Davide abrió hace poco más de un año la barbería Malandrino en el barrio de Santa Catalina, en la calle Soler, muy cerca del mercado. Trabaja solo. «Al día cojo entre doce o catorce clientes y le dedico media hora al pelo y otra media a la barba», explica recién llegado de Murcia, donde se celebró la entrega de estos galardones, los más prestigiosos del sector. 

Clientes secretos

La dinámica del certamen se inspira en las estrellas Michelin. «Te mandan unos clientes secretos que son profesionales y tú ni sabes cuándo han venido ni les has atendido», cuenta. Para Davide competir de vez en cuando es positivo. «Dentro de tu local, eres el mejor. Cuando te das cuenta del nivel real que tienes es cuando sales fuera y vas a un concurso de estas características», argumenta el profesional, único finalista de Mallorca.

Este barbero abandonó su ciudad natal, Bari, con 21 años. «Allí hay pocas oportunidades para los jóvenes y muchos acabamos emigrando para buscarnos la vida», relata. «Tenía un amigo en Granada y fui para allá. Allí conocí a mi mujer, una estudiante mallorquina de Historia del Arte. Luego me vine con ella para acá. Trabajé en otra barbería y en 2021 abrí la mía propia. Invertí todos mis ahorros», confiesa. 

La primera vez que cortó el pelo a un cliente recuerda que las manos le iban solas. «Desde los 13 años mirando, pues llegas a memorizar toda la técnica. Luego estudié en una academia cinco años para terminar mi formación», comenta, mientras se pone manos a la obra con un cliente, Ricardo. 

Una barbería de Santa Catalina, entre las diez mejores del país

Una barbería de Santa Catalina, entre las diez mejores del país G. Bosch

Adiós a la barba 'hipster'

«Es muy importante escucharles, que expresen lo que quieren y luego tú pones tu fantasía en la línea que te han marcado», dice. «Debes tener también un as en la manga porque a veces el cliente se aburre. Pero ese as ya lo debes tener pensado antes de que te pida un cambio de look», considera.

Para Davide las grandes barbas de hipster «han pasado un poco». «Esto ha sido por la mascarilla, de hecho se están vendiendo menos productos para la barba. Ahora se lleva más corta», apunta.

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Una barbería de Santa Catalina, entre las diez mejores de España Guillem Bosch

«Lo ideal es que el cliente se la arregle cada dos o tres semanas y que utilice productos para que esté suave y huela bien», aconseja. Por su barbería pasan también muchos clientes extranjeros por el barrio donde se ubica. «Suecos y alemanes que tienen una segunda residencia aquí». 

Davide prepara a Ricardo para arreglarle la barba. Le pone una toalla sobre los ojos y un aceite esencial de naranja. Tira el sillón de barbero hacia atrás, con la elegancia de las películas de gánsteres, y empieza a rasurarle el pelo de la cara. 

En plena faena, se asoma un gato gris por la puerta corredera, «es de la vecina, esta peluquería es pet friendly, los clientes que lo desean pueden venir con su mascota», subraya, sin que le tiemble el pulso que controla la navaja.