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Contrastes en las luces de Navidad

El árbol está rodeado por una cinta plástica. |

Ni aborrezco la Navidad ni me molestan sus símbolos, ni las comilonas, ni las reuniones obligatorias. Me adapto a los ritos y, al contrario, voy ayudando a perpetuar tradiciones como los villancicos, el redondo mechado, muchos regalos en Reyes, solo en Reyes, y los barquillos.

Últimamente, he incorporado ir al mercado de belenes y elegir, a principios de diciembre, junto a mis nietos, una pieza más para el de casa. A veces volvemos con dos. Nuestro pesebre está todo el año montado dentro de una caja arcón que solo se abre y se cierra el día 8 de diciembre y el día 7 de enero respectivamente. No vean lo cómodo que es no volverte loca pensando dónde porras guardaste las figuras envueltas en periódico y metidas en cajas en algún rincón recóndito de los armarios. Luces intermitentes en casa no hay, eso lo dejo para la responsabilidad municipal, que ilumina calles, paseos y plazas.

Este año veo que Cort, en ese afán de sorprender siempre un poco más, organizó un espectáculo visual en distintas ubicaciones el día del encendido. Me enteré de los detalles por un díptico que había en los anaqueles de la oficina municipal de Pere Garau. Había ido a buscar algún folleto sobre las normas de utilización de los patinetes en Palma, pero de esos no había; solo estaban los del espectáculo navideño en pleno noviembre. Cinco días antes que el año pasado.

El cambio climático y la guerra de Ucrania, en cuestión de alumbrado y decoración festiva, parece que han concedido una bula a este Ayuntamiento que se gasta un 8% más que en el 21, y, entonces, leo que fue más de un millón de euros. A las personas de Palma a quienes las facturas se les atragantan y andan desenchufando todo lo que pueden, ya sea por dificultades económicas o por conciencia, tanto derroche municipal pagado con dinero público sorprende.

Y cuando ves la cola interminable de la gente que va a buscar comida a la iglesia de Els Caputxins, es inevitable pensar en que algún derroche es innecesario.

Para nada estoy hablando de eliminar las luces, por ahora, hablo de que no es necesario sumar y sumar como si de una competición en ostentación se tratara.

El buen gusto de la iluminación en Cort y Born contrasta con la novedad aparatosa de este año: un pedazo de bola navideña de 14 metros de altura a través de la que también se puede pasar. La han plantado en el paseo Sagrera, muy cerca del Consolat. El domingo la fotografié a primera hora de la mañana con un estupendo vomitado delante.

Residuos de nuestro sano ocio nocturno. Y no crean que esa esfera es algo único y especial, ya ha estado rodando por Salamanca, Logroño, Alicante, Madrid…

Las obras en el Parc de la Mar han obligado a trasladar el árbol gigantesco de reflejos cegadores y muy chillones al Parc de ses Estacions, una atracción muy celebrada que, por grande, cuesta enmarcar en la instantánea que muchas familias toman con su móvil.

Y hablando de árboles de luces, verán que en la calle Sant Miquel, cuando converge con sa Porta Pintada, han colocado dos a escasos metros unidos por un Bon Nadal a modo de puerta. Lo mismo han hecho en uno de los accesos a la Plaza Mayor. Además de que quizás sería más apropiado diseminarlos un poco – otros años había uno más centrado en la plaza y quedaba mejor – lo que llama poderosamente la atención es lo que han colocado a modo de cercado para evitar que la gente se acerque demasiado a los luminosos árboles: unos palos unidos por cinta plástica roja y blanca de la que se emplea en las obras de construcción o en señalar una delimitación temporal de paso. La fealdad y la improvisación es patente. Podrían rebuscar calderilla e invertir en una alternativa mejor para delimitar esas atracciones lumínicas. Desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde, con la luz del día, y también una vez anochecido, esas llamativas y feas cintas que parecen indicar un socavón en el asfalto, son la muestra de que gastar mucho dinero público no siempre va unido al buen gusto.

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