La lluvia ha marcado el festival 'Llum llum llum', que da el sus a los actos navideños, ya que hoy será el gran encendido de luces.  La magia de la Navidad vuelve a Palma un año más aunque pasada por agua. Pese a que el tiempo durante estos últimos días ha sido cálido y con temperaturas agradables, ayer tarde no dio tregua.

Asimismo, a pesar del mal clima, varios palmesanos se lanzaron a las calles del centro de la ciudad con sus paraguas y botas de agua en busca de los diferentes espectáculos lumínicos que ofreció Palma. Aunque la asistencia ha sido menor de la esperada, muchas familias decidieron acercarse para que los más pequeños de la casa pudiesen disfrutar de estos shows pasados por agua.

La lluvia dio un poco de respiro sobre las 19.30, pero ya era tarde para algunos de los espectáculos, como el de la plaza de la Reina y el del parque de Sa Feixina. La danza Flotados, tuvo que cancelar varios de los pases que tenían previstos. Uno de los organizadores explicó apenado que han tenido que esperar a que el tiempo mejorara un poco para poder realizar la última exhibición: «mañana volvemos a estar por la tarde y todos esperamos que podamos enseñar el espectáculo al completo», recalcó.

Espectáculos

Donde hubo más participación fue en el parque de sa Feixina, donde las proyecciones geométricas en las copas de los árboles dejó a niños y padres boquiabiertos. La oscuridad de la tarde favoreció a los movimientos hipnotizantes de las luces al ritmo de la música.

Al mismo tiempo, en el mismo parque, se proyectó el espectáculo Pi, una figura tridimensional sobre una escultura circular fija suspendida en el aire. El pequeño Nico, en brazos de su padre, se acercó a la figura donde miraba impresionado como cambiaban los colores al ritmo de sus movimientos. Los más jóvenes se acercaban a imitar a Nico y bailaban alrededor de la escultura mientras la música y los colores iban cambiando. Sin duda los niños fueron los protagonistas en esta exhibición.

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La lluvia frustra los espectáculos de luces de Navidad en Palma B.RAMON

 «Mamá mira, un arcoíris gigante», gritó una niña al entrar en los jardines del Hort del Rei, una de las paradas más mágicas. Aquí se proyectó un láser multicolor que atrapaba al espectador. Un espectáculo totalmente envolvente donde la lluvia también tuvo su lugar, haciendo que las gotitas se plasmaran en el láser como si fuese confeti caído del cielo.

Durante el recorrido por los diferentes puntos de interés se podía ver en Jaime III un pasacalles con mucho ritmo pero con poca participación. Apenas hubo espectadores, ya fuese por la lluvia o porque la gente prefiere ver hoy el encendido de luces. Muchos de los ciudadanos no sabían nada y se quedaban perplejos al ver el show, se pudo escuchar más de un comentario de sorpresa.

La última parada fue en la plaza de Cort, la fachada del Ayuntamiento cobró vida con un espectáculo tridimensional. Los escasos asistentes pudieron ver cómo los diferentes elementos del edificio, como las ventanas, se movían y cambiaban de forma. A continuación todo el edificio se quedó en blanco y negro con diferentes rayas moviéndose por toda la fachada. Y por último el Ayuntamiento se convirtió en un videojuego gigante, donde se recrearon clásicos como el Comecocos o los Marcianitos.

Sin duda el mal tiempo hizo que los diferentes espectáculos quedasen empobrecidos por la escasez de espectadores, pero aquellos valientes que salieron de sus casas pudieron disfrutar de una variedad de exhibiciones muy sorprendentes.