Pilar Biayna es la madre de Yaiza, una joven de 17 años, estudiante de segundo curso de Bachillerato, aficionada al rugby adaptado y a la literatura que intenta vivir como cualquier joven de su edad pese a sufrir Atrofia Muscular Espinal (AME), una enfermedad genética que daña las neuronas motoras y la obliga a desplazarse en una silla de ruedas eléctrica

Pero la vida de la joven, su asistencia diaria a las clases del instituto, sus visitas periódicas al hospital, su desplazamientos a los entrenamientos del deporte que practica con gran ilusión y esfuerzo e incluso la socialización con sus amigas, topa de forma recurrente con una enorme barrera que la incapacita del todo, las constantes averías que sufren las rampas de acceso para personas con discapacidad en los autobuses de la EMT de Palma, «incluso en aquellos que se utilizan en las líneas que van a los hospitales de Son Espases y Son Llàtzer», denuncia su madre, Pilar Biayna.

"Las fuerzas para seguir denunciando me las da mi hija Yaiza, con todas las renuncias que las carencias de la EMT le imponen a su vida"

En la lucha contra esa injusticia que paraliza a Yaiza, la deja tirada en la acera un día sí y el otro también, provoca que se pierda clases del instituto, visitas al hospital para ver al especialista y le niega la posibilidad de encontrarse con sus amigas o simplemente de regresar a casa, su madre se ha convertido en su ángel de la guarda durante los últimos cuatro años. Y no piensa parar hasta lograr su objetivo.

«Las fuerzas para seguir denunciando y reclamando mejoras en el transporte público de Palma no sé de dónde las saco», admite. "Seguramente de contemplar a mi hija y comprobar a todo lo que tiene que renunciar cada día por esa barrera en los autobuses de línea que ya no debería existir desde hace mucho tiempo", justifica. "Si se detecta una avería en un bus al día siguiente no debería volver al servicio hasta que la rampa de acceso para personas discapacitadas se arregle y, por supuesto, estos vehículos con deficiencias no deberían utilizarse nunca en las líneas que conectan con los hospitales", asegura.

Pilar Biayna vive desde hace cinco años en es Pil·larí, desde que el Ibavi le concedió una vivienda adaptada en la barriada palmesana. Allí empezó a descubrir todas las deficiencias del transporte público por la falta de conexiones y sobre todo por las constantes averías en las rampas de acceso a personas en silla de ruedas de los autobuses de la EMT. 

"No es aceptable que un bus que va a un hospital tenga la rampa de acceso averiada"

Solo esta semana, mientras el Ayuntamiento participaba en la presentación del nuevo tranvía de Palma o en la nueva línea de bus transversal L40, su hija Yaiza se quedó tirada dos veces en la calle por la misma avería de siempre. 

"Ha perdido citas con el médico y clases del instituto porque el Ayuntamiento no pone remedio al problema. Y muchos días ya prefiere no verse con las amigas para no sufrir el mismo percance de siempre o no poder regresar a casa por si el último autobús tiene de nuevo la rampa rota».

Pilar Biayna ha utilizado todos los recursos a su alcance para denunciar el problema e intentar que el ayuntamiento de Palma le pusiera remedio. Sus redes sociales están llenas de denuncias, casi siempre por el mismo motivo, en los últimos cuatro años ha intervenido en dos plenos de Cort para rogar al equipo de Gobierno que acabe de una vez por todas con las deficiencias de los autobuses y hasta se ha entrevistado con el concejal de Movilidad, Francesc Dalmau, y el alcalde, José Hila.

El bus ha dejado en la calle a Yaiza dos veces durante esta semana Pilar Biayna

"El Ayuntamiento me pide paciencia y me sugiere que utilice menos las redes sociales"

El problema persiste y deja a Yaiza sin poder visitar a médico o ir a clase

"La última vez que hablé con ellos me pidieron paciencia. Me dijeron que solucionarían el problema. Y me sugirieron que no utilizara tanto las redes sociales para denunciar", explica.

"Fui fiel a mi palabra, pero les dije que les daba hasta septiembre. Por eso he regresado con mis denuncias, porque el problema persiste casi a diario", justifica. "El transporte público en Palma ha mejorado con nuevas líneas y conexiones, pero se podría hacer algo más para que estas cosas dejaran de ocurrir o para eliminar las barreras arquitectónicas que persisten en las calles, como los pasos de cebra con un escalón en la acera, en vez de una rampa, o los comercios a los que todavía no se puede acceder en silla de ruedas", opina. 

Yaiza, de 17 años, es la menor de las cuatro hijas de Pilar Biayna, de 40, 36 y 25 años, a los que ha criado sola. "Me dicen que están muy orgullosas de mi esfuerzo y bromean comentando que me he convertido en una activista", manifiesta sobre su actividad reivindicativa en favor del transporte público y la eliminación de barreras para las personas con discapacidad. 

Con sus reivindicaciones consiguió que la línea 31 de Sant Jordi llegara hasta Palma y que la 32 tuviera una conexión con el hospital de Son Llàtzer, pero su lucha no terminará hasta que los autobuses que entran en servicio lo hagan todos con la rampa de acceso para personas con discapacidad operativa.