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Exclusión financiera

Palma ha perdido la mitad de sus oficinas bancarias

El 50% de las sucursales de la capital balear han cerrado en los últimos siete años, según datos del Banco de España. Las personas mayores, las más afectadas

Oficina bancaria cerrada frente a la Cruz Roja en Palma. MANU MIELNIEZUK

Palma y sus barrios (unos más que otros) han perdido la mitad de sus oficinas bancarias en los últimos siete años, una tendencia que ha afectado a todo el país (en España la media de sucursales cerradas está en torno al 58,5%) desde que estallara la crisis financiera en 2008. Estos cierres se deben a un efecto combinado de factores coyunturales: el ajuste de los excesos de la burbuja inmobiliaria y financiera, los tipos oficiales negativos que deprimían los ingresos y un cambio estructural con la creciente digitalización de la economía y la sociedad

Los datos del Banco de España son contundentes: en marzo de 2015 había registradas en Ciutat un total de 336 oficinas de entidades de crédito; en el mismo mes de 2022, justo siete años después, la cifra se reduce a 164 oficinas registradas, lo que supone el cierre del 50%. Así las cosas, de media, en Palma, habría una sucursal cada 2.554 habitantes.

Exclusión financiera

Desde la Asociación de Consumidores y Usuarios de Balears (Consubal) vienen tiempo advirtiendo de los efectos que estas clausuras, muchas producidas también por las fusiones, pueden tener y tienen sobre la población vulnerable, creando lo que se conoce como «exclusión financiera». «A quien más afecta es a las personas de edad. El problema viene por la mecanización de los servicios y la eliminación de la atención personalizada», comenta el presidente de la entidad, Alfonso Rodríguez. «Muchas de estas personas mayores estaban acostumbradas a sacar su pensión del banco para después pagar en efectivo los distintos servicios que consumen. Se organizan el gasto mejor así», apunta. «Ahora sacar ese dinero de manera personalizada se les complica mucho. Van al cajero y no saben cómo funciona, es un drama», lamenta. «Ha habido momentos en que las personas mayores han estado muy desatendidas, ahora algunas entidades cuando llamas a atención al cliente te preguntan si eres mayor de 64 años. Si dices que sí, te pasan a una persona en lugar de una máquina. Es un pequeño avance», considera. «Además hubo gente que se aprovechó de esta situación y se colocaban en las entradas de los bancos y simulaban ser trabajadores y lo que hacían era coger los datos de las tarjetas de estas personas de mayor edad», denuncia. 

El visor de datos del Banco de España permite ver las ubicaciones de las oficinas bancarias que hay en Palma. En estos momentos, la mayoría están en la calle Aragón (9). Luego le siguen Gran Vía Asima (7), Avenida Alejandro Rosselló (7), Cardenal Rossell (6), calle Joan Miró (4) y con 3 Sant Miquel, Jaume III, Carretera Valldemossa, Sindicat, Avenida Argentina, Avenida Joan March, 31 de diciembre, Blanquerna, Gabriel Alomar, Plaza Progreso, Comte Sallent o Passeig Mallorca. En Ciutat, un total de 93 calles cuentan con una o más sucursales. «La mayoría de oficinas que se mantienen abiertas están en el centro de las ciudades, donde hay mayor densidad comercial, o donde hay empresas, como en Son Castelló. También se mantienen las oficinas donde hay mejores clientes. Han cerrado muchas de los barrios periféricos, entre ellas las de algunos de los distritos más deprimidos de Palma», subraya Rodríguez de Consubal. «En Son Gotleu y Pere Garau hay muy pocas y en estos barrios las personas mayores estaban acostumbradas a cobrar la pensión en el banco y pagar en efectivo los gastos para controlarlos mejor», relata. «Antes también sucedía que personas mayores con rentas muy bajas conocían al director de la sucursal y éste les permitía descubiertos de 40 o 50 euros en un momento determinado. Ahora eso ya no sucede», asegura. Sin embargo, reconoce que algunos bancos sí están haciendo un pequeño esfuerzo en la atención a estas personas mayores «por la presión social que hay».

Alfonso Rodríguez, de Consubal, también recuerda que en Mallorca hay pueblos en los que ya no queda ni un solo cajero automático.

Gráfico sobre la evolución de las oficinas en Palma. Elena Valles Riera

Menos dinero en efectivo

Los bancos del país están siguiendo también la tendencia europea a mecanizar los servicios, con el fin de que circule menos dinero en efectivo. De hecho, España sigue presentando un ratio de oficinas por habitante muy superior a los de otros países desarrollados, pese a la reducción de los últimos años. Entre 2008 y 2020, ha pasado de unas 100 sucursales por cada 100.000 ciudadanos a 45,5, pero sigue siendo algo más del doble que la media de la Unión Europea (22,6) y también muy superior al dato de Estados Unidos (29,6). Ello podría apuntar a que el sector aún tiene margen para converger hacia el estándar global. El cierre de sucursales en estos últimos años en España ha supuesto un enorme ajuste de plantilla en el sector, que roza el 40%, y ha provocado la destrucción de un total de 111.305 puestos de trabajo. 

Lo que propone la banca

Ante estas situaciones de exclusión financiera de los mayores cada vez más denunciadas, la Asociación Española de la Banca (AEB), patronal bancaria que agrupa a los bancos con mayor implantación territorial en España -CaixaBank, Santander, Sabadell y BBVA- apela al compromiso de la banca de mejorar el servicio a los mayores en las oficinas. En concreto, ampliando los horarios de atención presencial y reforzando la atención personalizada a personas mayores y con discapacidad. Por ejemplo, CaixaBank creó un equipo de consejeros sénior que alcanzará los 2.000 en 2023. También se contempla la medida de poder sacar efectivo o realizar operaciones básicas en tiendas, gasolineras, bares o estancos que suplan la falta de oficinas. Por otra parte, Correos también instalará cajeros automáticos en muchas de sus sucursales.

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