La gran mayoría de los ciudadanos de confesión musulmana que fallecen en Balears son repatriados para ser enterrados en sus países de origen o bien donde lo desean sus familias. Una parte todavía minoritaria, musulmanes con fuertes lazos en la isla o residentes conversos, piden ser enterrados aquí. Eso supone un problema porque en el archipiélago solo hay cincuenta sepulturas específicas para ciudadanos de esta confesión orientadas a la Meca, todas ellas en un pequeño rincón del cementerio de Son Valentí bautizado como Jardín del Islam.

La falta de espacio y una demanda creciente provoca problemas desde hace tiempo para los musulmanes que quieren ser inhumados en el archipiélago según su rito, ya que a día de hoy el cementerio de Palma, de gestión municipal, no tiene margen para ampliar el número de parcelas. Hay que recordar que los musulmanes no pueden ser incinerados, y sus sepulturas carecen de cruces y ornamentos.

En todo caso, siguen siendo mayoría las familias que solicitan repatriar a sus seres queridos una vez han fallecido. La pandemia y el cierre de aeropuertos supuso un gran problema para muchas de ellas, ya que los cuerpos tuvieron que permanecer en el tanatorio de la empresa funeraria a la espera de que los aeródromos volvieran a estar abiertos.