«Al finalizar el trayecto se levantó de golpe de su asiento y vino directamente hacía donde yo me encontraba, en un asiento al final del autobús. Y entonces empezó a abroncarme en voz alta, diciéndome que mi bebé de seis meses había molestado a todo el pasaje con sus llantos durante el viaje, que yo no sabía calmarlo, que yo no era capaz de controlarlo y que si el niño no soportaba estos trayectos en vez de tomar el autobús la próxima vez mejor pedía un taxi para ir a Sóller», relata.

Melani, una ciudadana de 33 años, madre de dos hijos, no daba crédito a lo que le estaba ocurriendo el pasado sábado al mediodía en el autobús público de la empresa TIB que cubre la línea entre Palma y el Port de Sóller, con paradas en Son Sardina, Palmanyola, Jardins d’Alfàbia, Sóller y fin de trayecto en el puerto del municipio de la Serra de Tramuntana

Aprovechando el festivo y las temperaturas casi veraniegas, había programado con su familia una visita al Port de Sóller para pasar allí la tarde y disfrutar de la tranquilidad, los paisajes y la cercanía del mar, acompañada por sus padres, su hijo mayor y su pequeño, un bebé de solo seis meses. 

Melani: "Me dijo yo no era capaz de controlar a mi bebé, que había molestado a todo el pasaje y que si el niño no soportaba estos trayectos en vez de tomar el autobús la próxima vez mejor pedía un taxi para ir a Sóller»

«El trayecto fue un poco más lento de lo normal», relata Melani. «Se demoró unos veinte minutos por un accidente de otro vehículo que se produjo antes de entrar en el túnel de Sóller. Y desde el principio, no sé si por el retraso que llevábamos sobre el horario previsto de llegada, se notaba que el chófer estaba un poco nervioso, porque tocó el claxon en varias ocasiones y en un momento dio un frenazo brusco que casi provoca que una pasajera perdiera el equilibrio».

«Mi bebé se puso a llorar porque los niños a veces lloran», se excusa. «Y porque debía de estar cansado por la duración extra del trayecto o por el calor», comenta. «Lo sostuve en brazos intentando calmarlo y también lo amamanté, pero al poco seguía llorando», reconoce . «Sin embargo, no creo que molestara al resto de los pasajeros. Todo lo contrario, el autobús iba muy lleno, la gran mayoría de turistas extranjeros. Y todos lo que estaban a mi alrededor fueron realmente muy amables y comprensivos. Algunos de ellos incluso se entretuvieron haciendo juegos y caratoñas al pequeño para llamar su atención y calmar los llantos».

Pero el chófer fue menos comprensivo con el bebé que el pasaje. Y al llegar al Puerto de Sóller, el final del trayecto, decidió abroncar a Melani por los lloros de su bebé. Y hacerlo, además, en presencia de parte del pasaje, de sus padres y también de su hijo mayor. «Su actitud me pareció sumamente machista, pero me quedé callada. No quise añadir nada a sus palabras», cuenta.

«Su actitud me pareció sumamente machista, pero me quedé callada. No quise añadir nada a sus palabras», cuenta.

Afectada todavía por aquella bronca y tras reflexionar sobre lo sucedido en el autobús público, Melani se personó tras regresar de Sóller en las dependencias de la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Palma para presentar una denuncia sobre lo sucedido. Y allí le recomendaron que, además, cursara también una queja formal en la empresa pública añadiendo una copia de la denuncia policial.