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Sobriedad es una pared limpia

Pintadas vandálicas en las fachadas de un instituto.

Mi amigo Biel Pomar, ecologista de pedigrí que cuando no está embarcado por motivos laborales habita un piso en el centro de Palma, está «fins a sa cresta» - frase muy suya - de que hoy en día ver una pared blanca u ocre, o beige, sea misión imposible, especialmente en su entorno. Reivindica lo liso, lo limpio y uniforme, sin tonos disonantes, porque eso es en sí un valor que aporta equilibrio. Estoy totalmente de acuerdo.

El Centro Histórico de Palma es un conjunto patrimonial protegido por muchos motivos, entre los cuales sus valores históricos, paisajísticos, urbanísticos y culturales, que a lo largo de toda su existencia le han conferido una serie de características. Quizás una de las principales se resuma en una palabra: la sobriedad. Y ésta se manifiesta principalmente en los colores de las fachadas, que excepto en algunos detalles puntuales de cerámicas o vidrios modernistas, se sujetan a una escueta carta de colores armoniosa y bien delimitada.

Las pintadas vandálicas que asolan toda la ciudad, pero especialmente nuestro centro histórico, son la antítesis de la sobriedad y la elegancia que define Palma. Esa agresión de pintura que nos ensucia hasta el alma va en contra de la esencia de nuestra tierra.

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La muralla y la torre islámicas del Baluard de Sant Pere, la Madina Mayurqa que cae en el olvido Manu Mielniezuk

Estos días es noticia que el Consell ha limpiado las pintadas del Teatro Principal, después de más de tres años de tenerlo que daba pena y vergüenza. Se les había pedido, exigido y rogado. Ahora lo ha hecho. Al fin. Pero deben saber que los vándalos lo volverán a pintar. Eso lo sabe cualquiera, porque en Palma se coge a muy poca gente in fraganti y pocas veces se investiga la autoría de estos abusos. Por lo tanto, la manera más eficaz de bajarles los humos y el ego, es borrar sus desmanes. De manera inmediata. Ya lo ha experimentado el regidor Perpinyá, que mantiene a raya a los pintores de pacotilla de uno de los puentes de sa Riera, al hacer suya la máxima de la campaña de ARCA contra las pintadas vandálicas: Pintada hecha, pintada borrada. Y hay que agradecerlo.

Valoro positivamente que se limpie una pared, pero es un porcentaje tan pequeño de todo lo que hay que limpiar… El propio Ayuntamiento ni ha cumplido su compromiso, ni parece tener ninguna intención de hacerlo por ahora, de adecentar la de enfrente de la misma cuesta del Principal, las que ensucian las históricas casetas de sa Costa construidas a mediados del siglo XIX. Y si nos adentramos en cualquier travesía de la calle Sindicat o de la calle Sant Miquel, se nos cae el alma a los pies por la cantidad de destrucción impune que sigue maltratando todas y cada una de esas paredes. Son, la mayoría, fachadas particulares, alguna de las cuales catalogadas. Las personas titulares de esos edificios no tienen ninguna culpa de que haya tanto incívico suelto y tan poca capacidad de vigilar y controlar. Repito, la única solución para recuperar la Palma auténtica es borrar de manera inmediata para disuadir a los vándalos. No es una teoría inventada ahora, cuadra con la de los «cristales rotos», tal y como recientemente me han recordado un periodista y una doctora en Geografía, profesora de la UIB.

Después de más de seis años y medio de gobierno municipal, Palma ha visto multiplicar las pintadas vandálicas y, en los últimos dos, ha intentado reducirlas, eliminándolas. El resultado es muy insuficiente, pero hay que perseverar y multiplicar el trabajo, porque da resultado.

Se debería ahondar en cuestiones prácticas; no se puede exigir a los particulares que asuman ellos la responsabilidad de gestionar la limpieza una y otra vez de lo que algunos incontrolados ensucian, aunque sea a tasas reducidas. Y no es de recibo que Cort solo limpie hasta donde llega el brazo de los operarios, porque hay pintadas que suben a los segundos pisos. Seguro que se puede responder con mejores armas.

Desde la Administración se debe avanzar más y más rápido, y la constancia es el camino. Mientras tanto, mejor que no sigan sacando comunicados de prensa diciendo que han borrado miles de estas excrecencias pictóricas, porque la mayoría siguen ahí, sus autores se pitorrean de todos nosotros y la gente, como mi buen amigo Biel, ya está fins a sa cresta.

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