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Pensar, compartir... | Parque infantil en Bellver, no parque de aventuras

Imagen de una parte de la zona de juegos renovada con cuatro toboganes que salva el desnivel.

El parque infantil de Bellver, ahora renovado, no ocupa más espacio que el anterior. Ya antes, se distribuía en dos niveles intercomunicados por una bajada en escalera y con un tobogán por el que, recuerdo, algunos niños tenían dificultad para deslizarse. Ahora son 4 los toboganes que descienden y se ha añadido una rampa peatonal que permite la accesibilidad para cochecitos y sillas de ruedas. Para contener la tierra se ha optado por piedras grandes que le otorga, a ese trozo, una estética Picapiedra. Las mesas que antes eran las típicas de zonas de pícnic, ahora son redondas, en madera y con taburetes individuales.

Tiene muchos y diversos juegos y columpios formados por troncos pulidos que permiten hacer equilibrios y trepar, que es una de las cosas que más le gusta a niñas y niños. Ah y también hay una tirolina. Antes también la había, pero siempre estaba rota. La última vez que fui, hace ya dos años, un joven me dejó un mosquetón para que mi nieta se pudiera lanzar, sonriente y aventurera. También mi nieto, que gritaba como si fuera Tarzán.

Hay un espacio reservado para escenario que seguramente será utilizado para practicar más de una coreografía que tanto gusta inventar a grupitos de criaturas de todas las edades.

Creo que el resultado, una vez inaugurado, es bueno. A mí me apetece ir con mis nietos a jugar allí, caminando antes por senderos y atajos desde el castillo medieval.

Reconozco que la primera noticia que vi sobre la creación de un parque de aventuras en Bellver, así lo llamaron de manera propagandística, me alarmó, y mucho. Mi preocupación iba en aumento cuando leía denominaciones como jungle parc y considero razonable la desconfianza por parte de algunos vecinos de la zona que han colgado carteles con el lema «La aventura, es el bosque». Temían masificación, mal uso y que ello redundara en perjuicio de la masa forestal.

No obstante, una vez acabado, el resultado es, a mi juicio, bueno. Se puede cuestionar detalles de estética, densidad de juegos o lo que se quiera, pero no se ha utilizado un metro cuadrado más de bosque y el balance de arbolado es positivo. El error fue que desde Cort quisieran asombrar demasiado a la ciudadanía, en ese afán de hacer creer que crean cosas grandes y únicas. No hacía falta una presentación del proyecto tan deslumbrante, proporcionando titulares que a unas personas quizás espantaban y a otras les encendía todas las alarmas. Y además, no se puede hablar de parque de aventuras porque es simplemente una zona de juegos bonita, integrada en un bosque, el más importante de la ciudad. Espero que no se les ocurra poner ningún rótulo con denominación exagerada y ajena a la zona, porque sería incidir en el error.

Renovar y mejorar mucho una zona de juegos infantiles, está muy bien y es necesario. También hubiera sido estupendo que no se hubiera dejado degradar la anterior. Ahora, se deben concentrar en vigilar su uso cívico y mantener en condiciones óptimas este parque infantil al que también se puede llegar desde el Terreno por la calle del Polvorí. Un tesoro esta callecita, que va viendo desaparecer su historia demolición tras demolición.

Leo ahora que el domingo pasado, a primera hora de la mañana, coches mal aparcados en esa calle estrecha impidieron a los bomberos acceder a pie de edificio a sofocar un incendio. El inmueble víctima del siniestro está en la parte alta de la vía y es uno de los que la desfiguran. El drama hubiera podido ser mucho mayor. La irresponsabilidad de unos conductores que, aquí o en cualquier otro lugar, dejan sus vehículos sin pensar en nadie más que en ellos mismos, podría haber tenido consecuencias nefastas. 

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