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¿Está Palma preparada ante el cambio climático?

Más zonas verdes, la conexión de los ejes cívicos con la zona rural de la ciudad o el tranvía son algunas acciones previstas. Los expertos advierten de que con el nuevo plan urbanístico Ciutat sigue creciendo en promoción inmobiliaria y que las políticas verdes pueden causar un aumento del precio del metro cuadrado.

Finca del parque agrario de s’Horta de Dalt de Palma. | B.RAMON

Dos ramales para un tranvía que llegará hasta el aeropuerto, ejes cívicos que se ampliarán hasta las zonas rurales de la ciudad, supermanzanas, un gran corredor verde desde el Parc de ses Vies hasta el Torrent Gros, proyectos en algunos barrios de diversificación económica («descarbonización de la economía»), recuperación del sistema dunar en la Platja de Palma, la mejora del aislamiento térmico de los edificios, placas solares obligatorias en los nuevos urbanizables o un catálogo de materiales de construcción sostenibles son algunas de las medidas que o bien ya están en vigor o bien han visto la luz verde con la aprobación inicial del nuevo Pla General d’Ordenació Urbanística de Palma, que está en periodo de exposición pública y presentación de alegaciones.

Todas estas propuestas van encaminadas a mitigar el cambio climático en Ciutat, señalan los responsables del departamento de Urbanismo del Ayuntamiento.

Los aspectos de movilidad recogidos en el nuevo Pla General, explica la concejal de Modelo de Ciudad, Neus Truyol, «tienen que ver básicamente con el recorrido que hará el tranvía, que tendrá básicamente dos ramales: uno será plaza de España, aeropuerto y Platja de Palma, y el otro, Son Espases, Camí dels Reis y circunvalando hasta el centro», detalla. «Después están los ejes cívicos, vamos a cambiar el diseño de los ya existentes, Blanquerna, Nuredduna o Fàbrica. El de Blanquerna se ampliará y conectará con el Parc Agrari Nord», avanza. «También dispondremos de nuevos ejes de circunvalación, que son los que irán en paralelo a las Avenidas. Serán calles con más árboles, donde se pacificará el tráfico para que puedan ser vías más amables y a través de ellas se puedan conectar los diferentes barrios», cuenta. En este punto, Truyol es consciente de que en vías de este tipo suelen proliferar las terrazas y los bares, en detrimento del comercio ya existente. «Por eso, en el nuevo plan se limita el número de bares y restaurantes. En 200 metros lineales de calle, cien en un lado y cien en el otro, sólo podrá haber tres establecimientos», puntualiza. «El tema de las terrazas también lo tendremos que trabajar», admite.

Por primera vez, se introduce en la planimetría la posibilidad de implantar supermanzanas (una de ellas sería la del CEIP Cas Capiscol y la antigua cárcel), muy habituales en Barcelona. «Si se impulsasen todas las previstas, en 20 años se podrían ganar hasta 900 hectáreas de zonas peatonales con árboles en Palma, lo que supone menos ruido, más sombras y menos grados».

En el apartado económico, Truyol subraya que en el nuevo Pla se recoge la normativa de establecimientos turísticos. «Se prohíbe el alquiler turístico en plurifamiliares y en los unifamiliares entre medianeras en los barrios tradicionales, como podría ser Son Espanyolet, se permite sólo 60 días al año», especifica. «También se marcan unos máximos de plazas por habitante. Por ejemplo, en Son Espanyolet ya no podría haber más. En cuanto a los hoteles, también se recogen las limitaciones vigentes con la finalidad de que no proliferen».

Con el objetivo de evitar desplazamientos contaminantes, «buscamos fomentar el comercio y la actividad económica de los barrios. Por ejemplo, en las plantas bajas de los edificios en las calles de 20 metros de anchura, establecemos que el 60% de las mismas deben ir destinadas a actividad económica».

«Si se introduce más verde, se infiltrará más agua, relajaremos la red de pluviales y evitaremos los vertidos en el mar»

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En la diversificación de la economía, según la regidora, cobran especial importancia dos proyectos. Uno es el del distrito de innovación de Nou Llevant, «donde se llevarán a cabo actividades relacionadas con las nuevas tecnologías, la digitalización, la transición energética, la investigación y la industria cultural, que aportaría al mercado laboral trabajos cualificados». El otro es el Parc Agrari, «que está vinculado al patrimonio paisajístico, al fomento del sector primario y al hecho de llegar a ser autosuficientes en la producción de alimentos, lo que reduciría las emisiones de CO2».

«En la renaturalización de la ciudad cabe destacar que en los aledaños de los torrentes que no estén construidos la intención es crear grandes parques lineales. Al final, la intención es que se incrementen las zonas verdes: pasar de los cinco metros cuadrados actuales por habitante a los nueve», desvela. La renaturalización también incluye recuperar la estructura dunar de la Platja de Palma.

El director general de Urbanismo Biel Horrach enumera otros proyectos como la mejora del aislamiento térmico de ciertos edificios, que los nuevos edificios ya han de instalar placas solares o un catálogo de materiales de construcción sostenibles que debería usarse en un 15% en toda obra nueva. Señala que la introducción de más verde, como el Canòdrom o la extensión del Parc de ses Vies hasta el Torrent Gros, podrá permitir, cuando llueva, que la red de pluviales no vaya tan cargada, «con lo que se evitarán vertidos en el mar».

Hablan los expertos independientes

Marc Morell, antropólogo social: "Las políticas verdes ayudan a subir el precio del metro cuadrado"

Para el antropólogo social Marc Morell (Palma, 1973), «toda política para frenar el cambio climático parece, a primer golpe de vista, buena. A menudo vemos que con la lucha contra el cambio climático no es tanto una lucha sino una coartada para poder desarrollar programas que extienden aún más los procesos de urbanización vigentes, que los acomodan a un discurso y que prueban de legitimarlos a ojos del conjunto de la ciudadanía», advierte el también profesor de la Universidad de Bergen. «A mi modo de ver, lo que he podido ver de este nuevo Pla General de Palma que nos anuncian no resuelve de ningún modo la problemática ecológica de Ciutat, sino que bajo un lenguaje pretendidamente benevolente aviva aún más el cambio climático que dice querer combatir y lo hace a varios niveles», sostiene. En primer lugar, asegura Morell, lo hace a nivel discursivo con el greenwashing, es decir, «el lavado verde al que ya nos estamos tristemente habituando, un lavado que no sólo pervierte lo que debería ser una política verde valiente de verdad por parte de las autoridades, sino que dinamita la transformación ecológica que tanto precisamos para garantizar a las generaciones futuras la vida en condiciones ecológicas y que a la vez entienda de justicia social y de igualdad de oportunidades de verdad». El segundo punto, apunta el antropólogo social, tiene que ver con «el desentendimiento de la política turística por no ser competencia plenamente municipal, con la gestión del aeropuerto y puertos en manos de otras administraciones públicas».

Marc Morell

«En tercer lugar, hay que comentar lo que implica esparcir la presión sobre el municipio creando nuevos ejes de nueva centralidad que no sustituyen los anteriores. Así, áreas que hasta ahora no entraban en el punto de mira de la estrategia municipal para atraer capital serán abordadas de manera singular con toda una batería de políticas que recibirán una inversión pública con miras a crear dinámicas de confianza para la inversión privada en estos lugares y que, como ya ha pasado antes, poco tendrán en cuenta a la gente que los habita, y mucho menos las desiguales existencias que allí se encuentran».

El cuarto nivel, cree Morell, se encuentra en un tratamiento urbanístico desigual, «que prima unos lugares sobre otros, y que va precisamente en contra de una política social amplia que abarque el conjunto de la población y posibilitará aún más las diferencias barriales existentes, los diferenciales de renta existentes alrededor del territorio y favorecerá, a la larga, más procesos de gentrificación, eso sí, todos ellos envueltos de bellas palabras que poco o nada tendrán que ver con lo que sucederá a pie de calle».

«Que unos barrios tengan ejes cívicos y otros no podría leerse como algo desigual. Ahora bien, los ejes cívicos no deberían venderse como la panacea de nada. Allí donde han tenido lugar nos hemos encontrado con una desertización comercial importante, con un negocio de la restauración al alza que ha ido sustituyendo todo un tejido comercial que le preexistía. Es más, si lo pensamos bien, el mismo nombre nos augura lo que se nos vende: un ciudadanismo extremo, impoluto y sin capacidad crítica», alerta.

Por otra parte, argumenta que las políticas urbanísticas para el cambio climático no tengan lugar en los barrios más desfavorecidos sólo puede significar que lo que yace detrás es una intención de subir la renta del suelo allí donde ya es más alta. «La relación de los espacios verdes y del medio ambiente es algo que también se ha relacionado con la gentrificación atendiendo que las políticas verdes ayudan a aumentar el precio del metro cuadrado. A la gentrificación sólo se la frena poniendo topes a los alquileres, favoreciendo la vivienda pública, y nada de todo esto se aborda de manera valiente», concluye.

Macià Blázquez, geógrafo: "La ciudad sigue creciendo en promoción inmobiliaria en este nuevo plan urbanístico"

«Palma continúa creciendo en promoción inmobiliaria con este nuevo Pla General», sostiene el profesor de Geografía de la UIB Macià Blázquez. «Crece básicamente por una serie de derechos adquiridos en el pasado en ciertos terrenos y también con motivo de la promoción inmobiliaria de pisos de alquiler social», detalla sobre el nuevo plan urbanístico de Ciutat el también colaborador del GOB. «Es cierto que se crece menos que en años anteriores, pero se crece. Es el caso de Son Güells, Ses Fontanelles, Son Bordoy y otras zonas. Esto supone incrementar la demanda de energías y materiales, así como de movilidad, es una cuestión que acaba agravando el problema del cambio climático, que sólo puede detenerse frenando el crecimiento e incluso decreciendo», asegura.

«Pienso que el principal criterio de dar preferencia a la revitalización, reciclaje y rehabilitación de la ciudad existente no casa con el mantenimiento del suelo urbanizable y urbano vacante, aunque sea para vivienda de protección oficial».

Macià Blázquez.

En cuanto a la turistización de la vivienda (el alquiler turístico), otro de los retos presentes en la agenda verde, «el Pla General no la erradica del todo, continúa concediendo licencias para unifamiliares, la Platja de Palma o el suelo rústico común». Por otra parte, Blázquez no ve que el Pla plantee ninguna reducción de las vías de gran capacidad, «al contrario, se habla de nuevos enlaces, nudos, rondas, excepto en la fachada marítima de Llevant, que la quieren convertir en parque lineal y para el tranvía». Por otra parte, el Pla asume más promoción del puerto, «por ejemplo con una nueva estación marítima al pie del Castell de Sant Carles».

Datos preocupantes

Gran presión humana

La población palmesana ha aumentado en 120.000 personas en 20 años

En diez años, en Ciutat han crecido un 20% las pernoctaciones. En 2018 pasaron por el aeropuerto de Palma 29 millones de pasajeros.

Coches privados

Hay más de 900 vehículos por cada mil habitantes

En la ciudad ahora mismo el 80% del espacio público está consagrado al coche. El tráfico ya alcanza las cotas prepandémicas: casi 14.000 vehículos de media diaria.

Escasez de zonas verdes

Sólo cinco metros cuadrados por ciudadano.

El Pla quiere llegar a nueve.

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