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Cossiers de Son Sardina: cuatro décadas bailando en femenino

‘Cossiers’ de Son Sardina celebra su aniversario con la edición de un libro firmado por Pep Lluís Hernández, Dídac Martorell y Elisabeth Ripoll

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Cossiers de Son Sardina: cuatro décadas bailando en femenino Cossiers de Son Sardina

El día del Corpus de 1981, los ‘Cossiers’ de Son Sardina bailaron por primera vez en el pueblo dando así el primer paso hacia la instauración de una tradición que ya suma cuatro décadas. El aniversario se celebra con la publicación del libro Els Cossiers de Son Sardina. 40 anys fent poble (Illa Edicions) que firman los historiadores Elisabeth Ripoll y Josep Lluís Hernández; y el filólogo Dídac Martorell, todos ellos vinculados a la colla.

Nacidos de la ilusión y de la efervescencia política y cultural de la recién inaugurada década de los 80, los ‘Cossiers’ de Son Sardina comenzaron su andadura con una singularidad que todavía hoy perdura: «Siempre han sido mujeres, y es una suerte y un acierto que haya sido así», dice Josep Lluís Hernández, que durante años ha interpretado la figura del dimoni. Con esta circunstancia como rasgo más llamativo (tradicionalmente solo los hombres podían ser ‘Cossiers’), el grupo surgió de la idea del folclorista Francesc Vallcaneras: «Fue una invención, pero ¿por eso son de diferente categoría?», se pregunta Hernández para quien el respeto a la tradición y «las cosas bien hechas» han posibilitado que el grupo de Son Sardina actúe con igual solemnidad y arraigo como otros.

«Una tradición también se crea y un pueblo también se construye». Elisabeth Ripoll, que ha sido dama y ‘balladora’, tiene claro que cuatro décadas son más que suficientes para que los ‘Cossiers’ de Son Sardina se hayan convertido en un símbolo del pueblo. «Desde hace unos años ha tomado impulso, tiene más vida. Tenía que encajar porque si no, no hubiera cumplido 40 años», argumenta. «Ahora mismo estamos en un momento bueno, con gente de diferentes edades, muy diversa. En el momento del ensayo, del baile, la colla está unida en esta experiencia». Con buena salud y cantera interesada en seguir la tradición, Ripoll destaca que el colectivo es abierto y que en absoluto se excluye la participación de los hombres, aunque por el momento, estos solo se han interesado por encarnar al dimoni.

Si hay algo que también caracteriza a este grupo ha sido su capacidad de introducir cambios, de evolucionar sin perder la esencia. La introducción de la figura del dimoni en 2001 y la incorporación de nuevos bailes que ya forman parte del repertorio, son algunos de los ejemplos: «No tienen por qué ser menos valiosos si el pueblo lo acepta y lo ama», opina Ripoll.

Auba Fortuny ejemplifica lo que han llegado a significar los ‘cossiers’ para Son Sardina. Fortuny, que fue ‘balladora’ durante muchos años, continúa vinculada con la colla. «Ser ‘cossiera’ era muy importante para mí, fue un honor que me lo propusieran», recuerda. Instalada ahora en Vilafranca del Penedès, procura asistir cada año a las fiestas de Son Sardina para que sus hijas puedan vivir las emociones que ella experimentó en su infancia y juventud. «Es sentir mariposas en el estómago, es pueblo, reencontrarte con la gente. Siento la emoción y los nervios, el ruido de los cascabeles, el olor a murta; y en la iglesia, el sonido de la cortina que se corre antes de que empiece el baile», rememora. Para Fortuny son muchos los sardineros «de toda la vida» que consideran los ‘cossiers’ como un «símbolo y un rasgo identitario, un elemento asociado a nuestra fiesta». Considera que el grupo ha ido evolucionando gracias a las personas que han formado parte: «Había cierto miedo a la novedad porque se pensaba que podía desvirtuarse, pero la evolución se ha llevado a cabo sin perder la esencia» Fortuny apela a la emoción y el sentimiento de pertenencia cuando dice que «siento mucho respeto por las otras colles, pero estos son los míos y los considero especiales». El hecho de que acumulen menos años de historia no les resta importancia ya que «en algún momento empiezan las tradiciones y ésta ya tiene 40 años de historia, es toda una vida. Ya tienen estabilidad para formar parte de la tradición de ‘cossiers’ de Mallorca».

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