La actividad económica de una ciudad da forma a todo. Sus calles o plazas, murallas, extensión, población, edificios, puerto e incluso diseño de sus barcos dependen de las necesidades de la población en cada momento histórico. Los pobladores y sus necesidades vitales moldean por tanto cada rincón del paisaje. En definitiva, las ciudades, sus puertos y sus barcos, son consecuencias de la actividad. (Vea aquí la galería).

En el caso de Palma, las cuestiones que la definen son: ¿Qué provocó su fundación? ¿Qué actividad principal ha moldeado sus calles desde entonces? ¿Qué importancia tenía y tiene su situación geoestratégica en el Mediterráneo? 

La ciudad, sus orígenes

Fundada en el año 123 a.C. tras la victoria de Quinto Cecilio Metelo, cónsul honorario de Tarraco, ante los honderos mallorquines, Palma, antes que ciudad fue posiblemente primero un pequeño varadero donde reparar sus naves. 

Los romanos conquistaron Mallorca y Menorca por su vital situación estratégica en la encrucijada comercial y militar del Mare Nostrum occidental. Para el Imperio romano, dominar Mallorca era fundamental en ese espacio naval de comercio y guerra.  

La ciudad fue llamada Palmaria Palmensis, porque fue donde se obtuvo la victoria romana final ante los nativos. Al parecer, los últimos honderos belicosos recibieron a sus enemigos romanos con ramas de palma en la mano en señal de rendición, justo cuando la flota invasora entró navegando en aquel pequeño abrigo natural donde era posible varar las naves en la arena y repararlas tras dos campañas de duros combates. Aquel era el último lugar sin pacificar de la isla. Ese punto, seguramente una playa fluvial, aproximadamente donde hoy están el Teatre Principal y la sede de la Audiencia Provincial, entre la Rambla y el Born, se estableció un primer varadero-campamento.  

Durante años ese lugar de varada para las naves sirvió para reparar y tal vez incluso fabricar algunas embarcaciones, generando una primera industria naval que ya precisó de carpinteros, herreros o veleros. Desde aquella rambla, desde aquel remanso, ese primer astillero romano irradió de forma natural toda una sociedad de marinos y trabajadores, generando una nueva ciudad. Aquellos primeros romanos se fortificaron de inmediato, defendiendo sus barcos y manteniéndolos siempre a punto de partir en retirada en caso de un contraataque o de nuevas conquistas. Así se fue desarrollando Palma, totalmente romana en poco tiempo al recibir casi cuatro mil colonos provenientes de la península ibérica y de Italia. Todo indica que los primeros habitantes procedieron de una de las 23 tribus de la antigua Roma con derecho a voto, la tribu velina, que también fue la que colonizó Pollentia, (potencia). Según el departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad Autónoma de Barcelona, esta hipótesis encuentra su confirmación en la tipología de las estelas funerarias encontradas en las dos ciudades. La tribu velina procedía de la región italiana del Piceno, en la costa adriática, donde desde ya hacía siglos eran expertos en la construcción de embarcaciones y en la navegación.  

recreación del puerto natural de Palmaria.

recreación del puerto natural de Palmaria.

Aquel primer pequeño varadero en la riera se convirtió en poco tiempo en un puerto importante en el Mediterráneo, ocupando seguramente toda la zona de la ribera de la Rambla. Colonos, soldados, comerciantes y marineros se fueron afianzando en el lugar donde los barcos varaban, se reparaban o se construían. Había nacido la ciudad-puerto de Palma.

En la época medieval

Siglos más tarde, ya en época medieval, la piratería y el enfrentamiento general en la mar obligó a la fortificación de la ciudad y la construcción de barcos de guerra y mercantes fuertemente armados. Esa fue precisamente la industria predominante durante siglos en el puerto de Palma, la fabricación de buques de guerra, armas y transporte de tropas. Durante esos años, la fachada marítima de Palma, muy bien fortificada, fue un devenir de buques ya de cierto porte, que reparaban y se aprovisionaban en la ciudad en sus rutas mediterráneas de comercio y guerra contra el pirata y el turco. En el antiguo edificio de la Lonja incluso se fabricaron cañones navales, tecnología punta en aquel tiempo, que recorrieron en grandes barcos de vela todos los mares del mundo durante la época colonial española.

Lugar de reparación de buques

En definitiva, la ciudad fue fundada por los romanos por su buen abrigo para las embarcaciones, su fácil aprovisionamiento de agua dulce y posiblemente por el favorable régimen de brisas regulares en la bahía. 

Sin duda, también ha resultado siempre vital el enclave geoestratégico de las islas, situadas justo entre Roma e Hispania, entre África y Europa, entre el Atlántico y el Mediterráneo, justo en mitad de las rutas principales de aquellos y estos tiempos. Además, las islas, al ser equidistantes geográfica y filosóficamente con sus civilizaciones más próximas, supieron mantener una suerte de neutralidad política, económica y religiosa. En Palma pudieron, durante siglos, hacer negocios judíos con cristianos, musulmanes con catalanes o franceses con andaluces. Ese carácter insular, dado al comercio consecuencia de la encrucijada geográfica, se sumó y se suma a las buenas características para la navegación que tuvieron y tienen estas islas. Todo eso se ha mantenido en el tiempo y Palma sigue siendo hoy un lugar clave en el Mediterráneo. La isla, la ciudad de Palma, sigue siendo un punto de encuentro natural de comercio y tolerancia.

Los astilleros se transformaron Los primeros astilleros de los que hay registro documental se sitúan en Palma en el año 1230. Estaban situados en la zona próxima al Moll Vell, en los exteriores de las murallas de la ciudad. En la zona interior se encontraban las atarazanas de la ciudad y las reales. En la cala de Porto Pi, especialmente en época musulmana, existían otras atarazanas, dedicadas principalmente a la reparación y construcción de naves de pequeño porte. 

El crecimiento de la ciudad y el puerto fueron siempre en paralelo, al menos hasta la llegada de los aeropuertos y los aviones, muchos siglos más tarde. 

La revolución en forma de barco

A finales del siglo XIX fue cuando la actividad de construcción y reparación naval tuvo su máximo auge en Palma. La revolución industrial en Europa llegó a todo el continente, provocando en las islas una verdadera explosión en la fabricación de barcos de transporte de personas y mercancías. Se inició con ello, con el barco de acero y motor de vapor o explosión, el movimiento masivo de personas y mercancías por el mundo. Desde todos los puertos, desde todos los mares. 

Solo entre los años 1863 y 1872 se construyen en Mallorca 267 barcos, sumando un total de 5.729 toneladas. Palma contaba en aquellos años con diez astilleros, además de dos en Alcúdia y otro en Felanitx, que daban trabajo seguramente a miles de operarios especializados y un sinfín de proveedores.

Los astilleros mallorquines del siglo XIX se especializaron en lo que la industria del momento reclamaba, barcos de transporte de mercancías de porte medio y navegación principalmente de cabotaje. Se fabricaron sobre todo lo que se conocía y conoce como pailebotes (del inglés, «barcos de práctico»). La construcción naval de estos buques, y su importancia en la exportación de productos de las islas, sobre todo de sal y cítricos, generó riqueza y trabajo para muchos mallorquines, que podían de este modo vender sus productos a buen precio en el sur de Francia o en Barcelona, donde se establecieron las principales rutas regulares.

Palma y sus astilleros en el s.XX 

La tradición milenaria de fabricación y reparación de barcos en la ciudad pasó de ser básicamente artesanal y familiar a «industrial» cuando en el año 1942 se fundó Astilleros de Palma. Así surgió la primera empresa con una estructura ‘moderna’ en su concepción. Los obreros estaban contratados y ya tenían condiciones laborales muy similares a las actuales. Su configuración empresarial y organizativa permitió en Mallorca las primeras construcciones de barcos de acero de gran porte. 

Astilleros de Palma estaba situado inicialmente en sa Pedrera, junto a los jardines de la Quarantena, en la zona del Paseo Marítimo, donde hoy hay varias conocidas discotecas y hoteles. 

La zona era conocida como sa Pedrera porque de allí se había extraído durante años el material para la ampliación del puerto y el Paseo de la Riba. Allí, en esa cantera abandonada, se instaló Astilleros de Palma en 1942 para dar el paso definitivo en la construcción naval. Durante veinticinco años, la empresa construyó en sa Pedrera buques de madera y acero. Fabricó cientos de embarcaciones que implicaban la coordinación de un gran número de obreros especializados. Los ingenieros navales mallorquines desarrollaron naves cada vez más grandes, potentes y de mayor capacidad. Barcos de acero fabricados en Palma eran demandados en flotas de muchos países del entorno. El astillero se convirtió en uno de los más importantes del Mediterráneo occidental. 

Sin embargo, en 1957 el actual Paseo Marítimo quedó prácticamente listo, lo que obligó a las autoridades locales a instalar un puente metálico giratorio que permitía que los pocos coches que entonces circulaban pudieran dejar paso a los barcos que entraban o salían de los Astilleros de Palma. Durante los años sesenta ese puente giratorio hizo las delicias de muchos mallorquines, en especial de los más pequeños, que esperaban con nerviosismo e ilusión que el puente girara. 

El primer traslado

Sin embargo, el crecimiento económico de la ciudad y la llegada industrial del turismo generó más y más tráfico de vehículos por el Paseo Marítimo. Finalmente, las autoridades municipales y las de Obras de Puerto, antecesora de la Autoridad Portuaria, optaron por eliminar el puente para favorecer el crecimiento del turismo en esa zona, conminando a Astilleros de Palma a trasladarse a otro lugar, en concreto a la zona del Mollet. 

A finales de los años sesenta Astilleros de Palma fue desplazado por el crecimiento de la ciudad, por el desarrollo del turismo y el tráfico de vehículos en el Paseo Marítimo. Se fusionó así con otros pequeños astilleros y con Naviera Mallorquina. El cambio de ubicación y de accionistas dio como resultado la actual empresa, Astilleros de Mallorca.

Astilleros de Mallorca construyó durante décadas barcos pesqueros, portacontenedores, buques frigoríficos, remolcadores, transportes de gas licuado, etc. Lo que la industria demandaba, lo que la sociedad precisaba en aquellos primeros años, entre los años sesenta y ochenta, eran buques «profesionales», de transporte, pesca o trabajo. 

Sin embargo, así como el turismo modificó la fachada marítima y toda la economía de las islas, otra forma de turismo, el de los yates, poco a poco empezó a transformar también la construcción naval y los astilleros de la ciudad.

De buques mercantes a yates

El primer yate construido en Astilleros de Mallorca fue, en 1977, el Cleopatra, de 42 metros de eslora. Le siguió en 1984 la goleta Jessica, de tres palos y 60 metros. 

En 1992, tras la botadura de un yate a motor de 32 metros, el Aldonza, Astilleros de Mallorca decidió especializarse en la reparación y rehabilitación de grandes embarcaciones de este tipo. 

En la actualidad, pendiente de otro traslado, a propuesta nuevamente de la Autoridad Portuaria y del Ayuntamiento de Palma, aún más lejos de la primera línea del Paseo Marítimo, Astilleros de Mallorca repara y mantiene grandes yates, generando cientos de puestos de trabajo directos, en colaboración con casi medio millar de empresas de un sector cada día más especializado y tecnológico.

La herencia de más de dos mil años de fabricación y reparación de embarcaciones sigue viva actualmente, dando forma a una ciudad que primero fue un simple varadero romano en una encrucijada clave del Mare Nostrum.