Jan Gehl y su equipo consiguieron quitar los coches de la avenida Broadway, en pleno corazón de Times Square; también logró más espacio para los peatones y las bicicletas en Moscú. Es un firme defensor de las ciudades para las personas. Estos días, este arquitecto danés de 83 años y de reputación mundial está en Palma para ofrecer una conferencia el lunes, en la Fundació Sa Nostra, dentro del ciclo 'Humanización de la ciudad', organizado por el Cercle d'Economia de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma.

-¿Qué impresión le ha dado Palma?

-Es muy poco profesional dar una opinión después de un paseo de dos horas, pero sé algo que no forma parte de mi visita: tenéis una maravillosa ciudad medieval. La antigua ciudad de Palma fue hecha por personas para personas y aún funciona muy bien. Todos los problemas están fuera del centro histórico, en lo que se construyó después. Se ha pasado de planificar para las personas a planificar para los coches.

-¿Es posible cambiar Palma? ¿Cualquier ciudad se puede humanizar?

Absolutamente. Mi ejemplo preferido es Copenhague. He trabajado allí durante 50 años y lo que ellos han conseguido es muy bonito. Pero he trabajado en otras ciudades donde también ha habido éxito: Melbourne, Sidney, Perth... Y también hemos hecho muy buen trabajo en Nueva York y Moscú, que era completamente horroroso y donde han cambiado de verdad. Ahora tienen un baby-boom y me echan la culpa. Me dicen: "Sacaste los coches, pusiste árboles y hiciste todo mucho más hermoso y ahora tenemos un baby-boom". Estoy muy orgulloso de esto.

-En Palma, queremos llegar con nuestro coche hasta la misma puerta. Es difícil cambiar.

-Lo sé, he trabajado en más de 200 ciudades y en cada una de ellas todos empiezan diciendo que allí no será posible. Recuerdo especialmente Nueva York, donde me dijeron: "No puedes usar esas divertidas ideas europeas aquí, porque esto es la Gran Manzana y estamos despiertos 24 horas al día". Luego lo hicieron y les encanta.

-Los comerciantes dicen que sacar los coches supondrá la muerte de sus negocios.

-Dos cosas. Hay una eterna extinción de los comercios alrededor del mundo debido al comercio por internet y a la tendencia de comprar en centros comerciales. Y muchas tiendas viven mejores tiempos por los avances en la sociedad. Por todo el mundo puedes ver muchas calles peatonales y ves cómo aumentan... Y si no fueran buenas para el capitalismo o el comercio, no habrían sido nunca inventadas ni se hubieran propagado. Tienes que salir de tu coche para gastar dinero. Yo soy muy crítico con internet. Compras a través de teléfono y un coche viene y te lo trae a casa. El comercio de internet crea el tráfico de coches. La clave de todo esto es crear lugares de gran calidad, para que la gente desee ir allí. Y algunas razones por las que muchos lugares no tienen calidad son el exceso de coches, demasiado ruido, la dificultad para cruzar una calle, que tienes que agarrar a tus hijos para caminar.

-Otro riesgo es que el espacio público libre de coches acabe ocupado por terrazas de bares.

-Es un gran negocio para ellos, pero hay que organizarlo para que todas las actividades puedan darse. No debe ser un gran bar. Aunque los bares, restaurantes y terrazas son muy valiosos en la vida de una ciudad. Pero tienes que controlarlo y delimitarlo, redirigir la actividad, porque necesitamos sentarnos, no podemos estar caminando todo el rato... Y en la sociedad actual, cada vez tenemos más tiempo libre.

-¿Qué papel debe jugar el Ayuntamiento en la transformación de una ciudad?

-Lo primero que debe hacer es cambiar la mentalidad de la gente. Y cuando ya esté cambiada, es fácil cambiar la ciudad. Y es mejor para los ciudadanos y para el comercio.

-¿Cuánto tiempo necesita una ciudad para cambiar?

-En Rusia no fue mucho, porque tienen una democracia muy eficiente. El alcalde dijo que había que hacerlo [da un golpe sobre la mesa], y lo hicieron.

-En Mallorca creo que sería diferente...

-En Copenhague trabajamos desde hace 50 años, en Nueva York funciona desde hace diez años, en Sidney también desde hace diez años y en Moscú lo hicieron todo en cinco años. Es cuestión de introducir otra manera de pensar y darse cuenta de que la ciudad podría ser más amable, mejor para la vida, mejor para el clima, para los niños, para cuando seamos viejos. Cuando la gente viene a Mallorca, o a Palma, es por su buena ciudad antigua.