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Entrevista

Toñi Fernández Díaz: "El Molinar lucha para que la especulación no eche a los vecinos"

La presidenta de la asociación Salvem el Molinar está "ojo avizor" ante las amenazas, que las hay, al barrio

Toñi Fernández es la presidenta de la asociación Salvem el Molinar. guillem bosch

Un sonido ensordecedor en el Molinar. El barrio está en construcción. Se derriban casas viejas o se levantan nuevas en los solares que aún quedan. Se pagan a razón de millón, millón y medio de euros, por las que miran al mar. Compran nórdicos. Son los que pueden pagar semejante caudal. Lo sabe bien Toñi Fernández Díaz (Madrid, 1955), residente en el barrio desde hace 30 años. Es la presidenta de Salvem el Molinar. Fue portavoz de la plataforma Al Molinar, Port Petit. Auxiliar clínica y técnica de rayos jubilada, su activismo sigue intacto. "He estado metida en todo aquello cuya realidad no me gustaba. Soy responsable y activa". En su caso se traduce en feminismo, ecologismo y, durante años, en una intensa actividad sindical en favor de la sanidad pública. A sus 63 años disfruta "de otro título muy especial, ser abuela de una niña que seguro tendrá un futuro mejor".

P ¿Sin optimismo, no avanzamos?

R Creo que si el activismo no tiene una chispa de utopía, no tiene esperanza. También creo que los derechos hay que arrebatarlos.

P ¿Hay esperanza para el Molinar, un barrio que sufre las secuelas de la gentrificación y del nuevo turismo urbano, party partyboats

R El Molinar es una joya hecha a escala humana, pero el barrio está peligrando por intereses de especuladores y de la economía del nuevo turismo, que usa sin control party boats y motos eléctricas. La plataforma Salvem el Molinar nació un año atrás porque hemos visto los peligros. Va a ser una carrera de fondo. Trabajamos para que no nos expulsen.

P ¿Con o sin apoyo de la Administración?

R Pretendemos que en el Plan General de Palma se contemple un plan especial para el Molinar que mantenga la tipología, los materiales de las casas mallorquinas que hay en el barrio, que son de dos alturas y terrazas privadas en suelo público, por lo que no se puede construir encima, como han hecho algunos. Luchamos para que la ratio de viviendas vaya en relación con los comercios. Se está perdiendo el tejido tradicional de pequeñas tiendas.

P ¿Quién vende el Molinar?

R Hay mucho turismo vacacional que lo negocian particulares mallorquines y que no molestan mucho. Hay mucha venta inmobiliaria a precios inasequibles sin cortapisa que va dirigida a nórdicos, sobre todo. Si queremos calidad de vida tenemos que oponernos a movimientos especulativos. No estamos de acuerdo en que el dinero puede comprarlo todo. Las viviendas se deben parcelar.

P ¿Los grandes inversores están en su barrio?

R No se ve un movimiento de grandes inversores ni creo que detrás haya cadenas hoteleras.

P El movimiento Al Molinar, Port Petit sienta precedente. A veces gana David a Goliat.

R La plataforma consiguió su objetivo enfrentándose a un gigante muy poderoso contra todo pronóstico. Se fue al garete el macro puerto. El proyecto de la Autoridad Portuaria reúne las condiciones que pedimos: la conservación de las dimensiones originales del puerto, del edificio y que se facilite la continuidad del paseo junto al mar. Pero seguimos vigilantes. En los próximos meses vamos a pedir una reunión con la Autoridad Portuaria para saber plazos, etc.

P ¿Ha sido tentada por ofertas millonarias?

R Yo no vendería. Es la casa de mis hijos. Si perdiera su identidad, me iría del barrio.

P Se declara feminista y, como tal, activista en movimientos igualitarios. Avanzamos en reivindicaciones y, a la vez, hay una alarmante violencia de género.

R Estoy en el feminismo desde siempre, en Palma empecé con las Pelvis. Creo que la reacción contra el maltrato provoca al maltratador que se manifieste con más violencia. De ahí opino que la administración, que tiene los mecanismos adecuados, debe responsabilizarse y, sin embargo, no hace lo suficiente. Las mujeres están plantando cara, pero la evolución en positivo de ellas no es paralela en los hombres. Entre los jóvenes, el uso de redes sociales, internet, pornografía, fomentan más el concepto patriarcal del amor. Nuestros compañeros no eran tan machistas. También se está comprobando que el avance de las mujeres viene acompañado muchas veces de un retroceso en aras de ese llamado amor romántico. Son muchas aún las que creen en el príncipe azul, sin darse cuenta de que ese concepto las cosifica. Hay avances, pero no hay que dar trinchera.

P ¿Qué opina de los vientres de alquiler?

R Es otra forma de uso del cuerpo de la mujer. No somos incubadoras y el embarazo no es inocuo. Me resulta increíble que hombres supuestamente progresistas como Miguel Bosé lo defiendan.

P En Médicos del Mundo trabajó en el tema de la prostitución. ¿Dónde se sitúa: en el abolicionismo, el regulacionismo o el prohibicionismo?

R Para mí la prostitución es una forma de violencia de género, de maltrato. Las personas tenemos valor, pero no precio. Si se legaliza el intercambio por placer, las conviertes en personas más vulnerables. Mi experiencia demuestra que siempre hay secuelas, como desdoblamiento de personalidad, incluso entre las que dicen que lo hacen voluntariamente.

P ¿Qué le parece el sindicato de trabajadoras del sexo?

R No se puede legalizar un sindicato de una profesión inexistente. No entiendo cómo han podido hacerlo, lo que está claro es que la legalización en los países donde existe aumenta el tráfico y beneficia a los proxenetas. La sindicación es el reconocimiento de vida laboral, y el sometimiento y violencia que tienen las mujeres prostituidas, nada tiene que ver con trabajo, oficio... es abuso.

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