En el barrio de Ses Cadenes, las calles recuerdan su vínculo a la piedra. Vecinos de las canteras, fueron muchas las familias que arañaron al marés unas exiguas ganancias que les permitían sobrevivir en tiempos difíciles. Si el trabajo era habitualmente hecho por los hombres, en la Guerra Civil, "al ser arrestados muchos de ellos por sus ideas socialistas y comunistas", recuerda el historiador Didac, sus mujeres les sustituyeron y se convirtieron en 'trencadores'.

Los vecinos y también del Ayuntamiento homenajearon ayer a estas "mujeres valientes". En otoño se colocará una placa y Cort asumirá su compromiso de cerrar la calle Trencadors para convertirla en plaza.

Margalida Tomas, Magdalena Comas, Margalida Martorell y Catalina Amengual rompieron aquellos bloques de piedra que a veces recogían sus propios hijos en unas cestas. Lo que para los niños era un juego, para sus madres era una labor muy dura.

"Mi madre se ponía los pantalones de mi padre y a veces un saco como protección", cuenta Miquela Sagrera. Orgullosa de su madre, enseña una de las últimas fotos que le hicieron en es Pil·larí. Murió a los 85 años.

La madre de María Munar, Magdalena Comas, fue la última trencadora. Falleció siete años atrás. "Era muy trabajadora, activa", subraya su descendiente. Como lo fueron Margalida 'andritxola', cuya hija Catalina contó que "yo iba a la cantera con mi madre a ayudarla a limpiar; para mí era un juego".

Biel fue hijo de trencadors. A su madre la llamaban Catalina paparrina. "Se merecen ser recordadas porque no solo trabajaron en las pedreras, después seguían en la casa, y en el huerto".

"Al día comían un boniato y una naranja", apunta Miquela Sagrera. Su madre casi dio a luz en la cantera. Tras una jornada agotadora llegó a la casa; al cabo de unas horas nació su hijo Julià. A Miquela se le nublan los ojos con la añoranza del recuerdo.

Ses Cadenes acabó sus fiestas con la moviola de aquellas 'trencadores' de la guerra.