He de reconocer que la escultura en cuestión no me entusiasma demasiado. Pero una noche en la que me habían dado una muy mala noticia (de las peores posibles), pasé justo por detrás, me la quedé mirando y, de repente, le encontré otro sentido totalmente distinto. Seguro que nada que ver con la idea original de Santiago Calatrava, pero ahora ya no le tengo tanta manía. Esta foto se la dedico a mi madre que era muy grande.