­Cuando desde el vulgo se denosta el made in China, pocos saben que los chinos fueron inventores, entre otros, del paraguas. Es lógico, quizá, que ahora sean los fabricantes mayoritarios de este objeto. En el país asiático ya se usaba en el siglo XI a.C. aunque la leyenda le concede a la joven china Lu Mei la autoría de este invento que se basa en una estructura circular de 32 varillas de bambú cubiertas de tela. De Oriente pasó a Occidente a través de Egipto, primero, y de Grecia, después. Con la caída del Imperio Romano, el paraguas desapareció hasta ser rescatado como objeto de lujo en el siglo XV. Hoy es el objeto de uso cotidiano más olvidado de la historia.

Lo saben bien Maribel Segura y Maribel Moyà, madre e hija, propietarias del negocio centenario M. Segura, Paraguas, Sombrillas, Abanicos y Bastones, instalado en la céntrica y comercial calle de Jaume II.

"Mi abuelo Francisco Segura montó aquí, donde luego se instalaría el negocio, la fábrica de paraguas en 1910. Le llamaron ´loco´ porque no había ninguna fábrica de paraguas en Mallorca, un lugar donde llovía poco", cuenta la actual propietaria Maribel Segura.

Señala con el dedo a una estancia interior en el actual negocio, hoy apartado de la vista del público, y que fue donde se ensamblaban las varillas que procedían del norte de España con las telas de Cataluña a los mangos de madera o galalí. "Aquí se cortaban las telas y cosían; también algunas mujeres cosían desde sus casas".

El padre de Maribel Segura, Francisco, cortaba la telas del negocio familiar. Él y sus tres hermanos se pusieron al frente de la fábrica de Paraguas. Las cuatro hijas se encargaron de una mercería propiedad de la familia. Ella atiende desde 1975, pero ahora ya ha cedido el testigo a su hija Maribel.

El equipo completo

El negocio se montó unido a la venta de bastones y después los mantones de Manila. Más tarde llegarían los abanicos porque "los clientes los pedían", señala la dueña. Los mantones los pedían desde una tienda que había en Es Born. "Va todo unido. En aquellos años, los complementos se estudiaban al detalle y se conjuntaban. Hoy, y la crisis aún lo ha agravado más, prefieren tener objetos más baratos aunque duren menos, que pagar por calidad aunque les dure más. Han cambiado los hábitos", señalan madre e hija.

Maribel Moyá es psicóloga pero es la única de los tres hermanos que al final ha decidido seguir los pasos de su madre. Ella tiene pocas esperanzas en la supervivencia de negocios como el de su familia.

"Creo que el pequeño comercio va a desaparecer. Cada vez más la gente prefiere ir a comprar a las grandes superficies, donde van a franquicias con una idea fija. Lo que quieren es mirar y coger el artículo; no quieren ni ser aconsejados".

"El pequeño comercio da carácter a una ciudad, no solo la arquitectura. Palma ha cambiado mucho. Tiendas como la nuestra ya quedan pocas", se lamenta Maribel.

Pese a estar en el centro comercial de la ciudad, frecuentado por los turistas, madre e hija aseguran que "tantas expectativas con los cruceristas y el turismo, y la verdad, es que los primeros aquí no vienen. Turistas sí entran buscando abanicos, sobre todo".

Aseguran que su principal clientela es "local". Por el establecimiento han pasado desde la Reina doña Sofía y la viuda de March, Carmen Delgado, ésta de manera más frecuente. Atrás quedan aquellos años en que los paraguas "eran objetos muy solicitados a los Reyes por los niños, porque no sabemos porqué pero a los niños, sobre todo a las niñas, les encantan los paraguas".

En el comercio centenario son pocas las reformas, salvo el cierre de la fábrica y taller, y la ampliación del espacio de venta 45 años atrás. "Hay quien piensa que deberíamos modernizarlo, pero creemos que perdería su carácter", señala Maribel. Su madre asiente.