Quien pasea frente al antiguo cine Palacio Avenida no deja de mirar hacia la fachada y el interior. Primero comprueba que se trata de aquella histórica sala que cerró sus puertas hace hoy nueve años y enseguida curiosea qué hay tras las largas cortinas de terciopelo. Tres años de reforma han dado como resultado un hotel de categoría en el corazón de Palma. El edificio protegido de estilo racionalista reabrió sus puertas esta semana, después de un largo periplo que comenzó el 11 de enero del año 2000. Esa noche el cine proyectó por última vez una película, Astérix y Obélix, y el Palacio Avenida salió de la escena palmesana.

La historia de este inmueble se inició en 1941 con su construcción a cargo del arquitecto mallorquín Gabriel Alomar, quien da nombre a parte de las Avenidas por ser el autor del Plan General de Ciutat del año anterior. El catálogo municipal de edificios de interés señala que el motivo de su protección radica no sólo en que es de estilo racionalista sino también por la importancia del autor.

Las ocho plantas donde antaño había viviendas y el cine son ahora el hotel del mismo nombre, aunque al principio sus actuales propietarios, la promotora Rustic, se plantearon convertirlo en pisos de lujo y un centro comercial. No obstante, tuvo más fuerza la idea de un establecimiento turístico, porque "es el motor de esta isla y el sector inmobiliario se presenta mucho más desafiante", en palabras de Christian Coll. Una vez decidido, debían ofrecer un valor añadido: "un producto que todavía no estuviese muy desarrollado: un hotel urbano situado estratégicamente, donde puedan reunirse grupos grandes y para clientes que buscan confort, exclusividad y el diseño", resume.

El cine ya no existe, aunque perdura su esencia en los carteles originarios, que están pintados a mano, de varias películas proyectadas entre aquellas paredes. En el recibidor, tras la recepción, en la entrada al bar, en el reservado del restaurante y en la cafetería que da al exterior lucen ahora los paneles de Bámbola, El Funeral o Alien Nation, entre otros filmes. No hay constancia del acontecimiento social que supuso el estreno en el Palacio Avenida de Jack el Negro, rodada en Mallorca, pero quienes hicieron de extra lo recuerdan bien, como así atestiguan las crónicas de los años 50.

Uno de los últimos cines de Palma que hubo con una única sala tiene ahora una decoración de estilo ecléctico donde se combinan una moderna silla Barcelona, de Mies Van der Rohe, con un canterano mallorquín o paredes de mármol con un lavamanos de corian, por ejemplo.

En la planta noble del edificio de la plaza de España, el antiguo dueño del cine tenía su vivienda y una trampilla para ver la ocupación del patio de butacas. En las 68 habitaciones del hotel no hay agujeros por donde ver películas, aunque presumen de estar en la historia del celuloide.