Para ir de paseo por el Bosque de Bellver hay quienes deberían llevar una mochila especial donde guardar enseres o utensilios que alivien su mala educación. Observo y por lo mismo puedo escribir que veo en los caminos que aún no presumen de flores silvestres: caca de perro, de caballo, mondas de mandarina, restos de servilletas, de mascarillas y unas cosillas dignas de tirar a la basura en casa, al basurero municipal, a cualquier contenedor o a las papeleras que hay por cualquier zona apta para quienes pasean los caminos con buena educación. 

Si se sale del Bosque por el camino que lleva a Sa Taulera se pueden ver restos del trabajo para la repoblación arbórea, en trozos de material verde que fueron protecciones cilíndricas para pinos de talla menor que ya no están. Después, a tres pasos un olor a orina que... me obliga a no respirar hasta llegar a la calle urbana de una urbanización que a falta de escobas y barrenderos está en pleno abuso de latas tiradas, mugre en sí misma, bolsas que al aire vuelan y así. Para no volver.

Varias personas que viven por allí están hartas y me piden el favor de que lo escriba. Pues ya va.