Amparo está organizando un grupo para coser, hacer punto, bordar, en Santanyí. Ella es una vecina de casi 60 años, ágil, conductora e independiente. En este incipiente grupo encontraremos dos perfiles. Mujeres como Amparo (y ojalá también hombres) y mujeres como mi vecina, que no ha querido dar su nombre, pero que fue muy activa en el grupo de gent major hasta hace unos pocos años. La pandemia las ha ido aislando así como también lo ha estado haciendo un tejido social que se encuentra bajo presión. 

Los vecinos de Santanyí, debido a encontrarse en un núcleo urbano que llama la atención de turistas de toda la isla y que vienen a visitarnos, ha hecho desarrollar un centro especializado en este tipo de consumidor. Toda la maquinaria del Ajuntament parece estar en marcha para dar servicio y potenciar que el turista se vaya con una sonrisa, un deseo de volver y ganas de contar a todo el mundo lo maravilloso que es Santanyí. Mientras las inmobiliarias se frotan las manos para cerrar ventas en un pueblo donde acaba de venderse una casa que no es la gran cosa por 6.4 millones de euros.

Sin embargo, mi vecina, la señor mayor, que ya no puede conducir su coche ni llegar al centro de mayores alejado del centro y con un camino completamente inaccesible para cualquier persona, es la gran olvidada. 

En su afán por contentar a quien no vive en el pueblo y a quien invierte en él, el Ayuntamiento de Santanyí en la era Galmés cedió S’Abeurador a un proyecto codiciado por el entorno inversor de una zona con un gran potencial inmobiliario. Sería un museo dedicado a un videoartista italiano. Pero un grupo de mamás y un abuelo, se unió para dar voz a quienes queremos que la Administración del PP piense aunque sea un poquito en nosotros, los aborígenes y asimilados. 

El codiciado museo quedó parado por Maria Pons, nuestra Alcaldesa y es un lugar con un futuro incierto. Reformado con dinero público y con unos acabados de los que somos merecedores los vecinos.

Un lugar maravilloso y con una identidad bien santanyinera donde la gente del pueblo pudiera encontrarse y llevar a cabo sus planes para el bien de la comunidad, presente y futura. 

Ese mismo grupo de mamás y abuelos, también pedía que ese edificio público, que volvería a dar sentido de pertenencia a los santanyiners, fuera también para los jóvenes. Pero nos conformaríamos con que Maria Pons tuviera en cuenta a mi vecina y a sus congéneres. 

Feièm poble Maria Pons?