El bipartidismo tiene razón de ser cuando existen grandes consensos en las cuestiones estructurales más esenciales. Así, lo cierto es que las actuales ejecutivas del PP y del PSOE comparten muchas más cosas que las del PP y Vox. Pero si vamos a la realidad concreta, PP y PSOE coinciden en el Parlamento Europeo muchas más veces de las que disienten. Y en política nacional ambos son condescendientes con los lobbies LGTBI+, ecologistas, sindicalistas y feministas. Los dos son partidarios del Estado autonómico, uno y otro ven con buenos ojos la masiva inmigración ilegal o, al menos, se niegan a combatirla con argumentos buenistas supuestamente humanitarios. Defienden el mismo modelo energético y ni siquiera las leyes proaborto y educativas han supuesto un verdadero campo de confrontación entre ellos.

Así la irrupción de VOX indignó sobremanera al votante pepero más pudiente, con una tirria aún en el recuerdo: «Estáis dividiendo a la derecha», «por culpa de Vox, el PSOE va a ganar siempre», decían las señoras, a la salida de misa de doce con una mueca que casi parecía odio. Sin embargo, lo único cierto es que, desde entonces, el PP no para de ganar elecciones, con la única excepción de un territorio del que el bipartidismo se ha retirado totalmente: Cataluña. Allí parece claro que Vox lidera el principal rescoldo de resistencia del sentido común. Y también parece que les sienta mal.

De tal manera, a principios de verano, en las elecciones andaluzas vimos a la izquierda, como se daba un batacazo espectacular, casi tirando cohetes por la mayoría absoluta del PP. Un vuelco en el que vimos al bipartidismo unido contra Vox, brindando con champán por haber garantizado que todo seguiría igual, al menos durante otros cuatro años más. De forma sincronizada trabajando, unos por acción y otros por omisión.

Visto lo visto, este no es un asunto trivial para algunos opinadores costumbristas de los que pululan desde hace décadas por las páginas del universo mediático de nuestras queridas islas. El nuevo curso político que ha comenzado culminará, también en Baleares, en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, queda por ver si el experimento PP-PSOE en Andalucía contra Vox, mostrara virtud o será simplemente, un experimento fallido para Baleares.