Ceremonia en la plaza de la Armería de Madrid. Más de dos años ya con el acecho del Virus Covid que en cualquier momento puede llamar a la puerta.

-No estoy, váyase por favor.

Es temprano. Las nueve de la mañana de hoy 15 de julio de 2022. Poca sombra y mucho sol, de ahí el lógico horario. Los Reyes de España presiden el acto. Autoridades. Familias de los fallecidos. Homenaje y Corona de Laurel. Recuerdos. Muchos. Todos. Más todavía.

Mientras pienso en el cansancio de estos días, el dolor de cabeza y unos etcéteras que no soy quien para nominar aquí, pero que deseo de pronto alivio a todo el que lo tenga. Tuve esta mañana la ocasión -gracias cafetet- de ver en directo por TV la Ceremonia. Mi atención se para en el momento en que una niña de unos diez o doce años llora junto a su madre supongo que por el padre ausente fallecido un día de entre estos dos fatídicos años del calendario. Momento de emoción y una hija que fuera de cualquier protocolo se «encarama» en las rodillas de su madre en busca de consuelo. Instantes de emoción que contagia para quienes como esta niña símbolo ya del sufrimiento Covid lo han vivido y comprenden bien.

Aplausos y recuerdos. Serenidad. Sencillez. Unidad. Paz. Respeto. Agradecimiento. Mucho, mucho más.

No llores más, pequeña, que tu madre está cal. Un abrazo.