En la hoja de ruta del Ayuntamiento palmesano, la equidad brilla por su ausencia. En vez de hacer una distribución imparcial por barrios, lo que hacen es regar de miles de euros a los distritos «caladero» donde habita el voto fiel. Es el caso de la calle Nuredduna, donde se han gastado tres millones de euros en colocar unos simples parterres llenos de tristes y raquíticos tomillos y romeros. Ni una fuente, ni una pérgola donde puedan trepar las enredaderas, ni un estanque, ni una rocalla... Para ese corto viaje, no hacían falta tantas alforjas. Con estos antecedentes y con estos dirigentes insensibles y poco competentes, miedo me da la anunciada reforma de la plaza de España... Otros lugares, donde generosamente han rociado con euros ha sido el Parque Wifi, el bodrio del Canòdromo o las aceras de barriadas extrarradiales: Pedro Garau, Rafal... Mientras tanto, y dando muestras de esa falta de equidad, languidecen las parcheadas aceras del Paseo Sagrera, los avejentados molinos del Jonquet, la deteriorada muralla de Pere Bonet (junto al Baluart), la plazoleta de Santo Domingo de la Calzada (en el Marítimo), la fantasmagórica discoteca Luna, el solar municipal del Camí des Reis-Son Peretó o el que hay a espaldas del Cide (a la salida de Son Rapinya). Solares vertedero, desde hace muchos años, que con poco dinero podrían convertirse en plazoletas de esparcimiento para los residentes de dichas zonas. Como diría un castizo: «O todos moros, o todos cristianos»