Sobre la que quiero escribir está en la calle de Andrea Doria muy cerca de la gasolinera que confluye con ella y la calle de Son Armadans. Por sus adoquines y para recados caseros paso casi a diario. Es zona ancha casi plazoleta donde paran los autobuses de la EMT que van y vienen a la Plaza del Progreso, Avenidas y alguno más que ahora no recuerdo. Quitaron varias líneas en tiempos de pandemia cuando los viandantes nos pusimos la mascarilla y ahora, exento el «pueblo» de ellas, las mascarillas, la EMT no los devuelve a la circulación callejera como debiera ser.

Lo que intentaré explicar es la situación física de la parada. Como rectangular, con hileras de bancos blancos, árboles que florecen en primavera, panel o como se llame referente a las indicaciones, horarios y recorridos actuales. Casi siempre hay gente sin lista de espera pero con suma paciencia y dignidad. Siempre o casi siempre un caballero alto con sombrero de paja. Buenos días, buenas tardes.

Los adoquines grisáceos me recuerdan desde la marejada marinera al tobogán de parque infantil. Para caminar y llegar sano y salvo al banquito blanco hay que mirar bien al suelo ya que los susodichos no están en situación de plano perfecto sino en vaivén de «cuidado al pisar-pasar». Se debe ir casi de puntillas, con anteojos si se requiere, zapato plano y mucha precaución, sin prisas por favor, para que el porrazo no llegue. Súplicas al santo del día -del calendario romano- para que vele por nuestra estabilidad en peligro.

Atravesar a pie la marejada o vaivenes del habitáculo de la EMT municipal es casi una proeza -sr. Alcalde de Palma, dese un garbeíto por favor y venga a ver el sitio que describo a pie. Si de la marejada se pasa al tobogán, o se es equilibrista de esos de circo, o al suelo y plaf. Nada menos que el peligro acecha a diario a los viajeros y nada más.