Me gusta pasear por la bonita ciudad de Palma y de tanto hacerlo acabo observando todo cuanto la caracteriza.

Me doy cuenta que si contabilizamos los metros cuadrados que ocupan sus numerosas iglesias y conventos, constituyen en un conjunto, auténticos globos de oxígeno para la ciudad, sometida como nunca a la expedición humana.

Es algo que agradezco profundamente, no obstante me duele también que muchos de estos grandes espacios sean infrautilizados, casi muertos en vida.

Pienso que sería bueno que la iglesia les diera una actividad socio-cultural, no más allá que eso, porque ni algo la sociedad necesita de ella, es el ejemplo evangélico de la generosidad y de la unión (algo inconcebible y hasta escandalizante, el que haya pleitos entre ellos.)

Como católica practicante que soy no puedo atreverme a juzgar individualmente la personalidad íntima de cada humano, incluyo en ello curas y monjas, solo Dios puede hacerlo, pero si que es cierto que la Iglesia tiene y ha tenido sus propios fallos que sin duda alguna provocan decepciones y abandonos. La autenticidad Evangélica es tremendamente atractiva y no puede disfrazarse con otros intereses simplemente humanos.