Mi hija, con síndrome de Down, forma parte desde hace unos meses de un grupo de guías dependiente de la entidad ESMENT, que está constituido por personas con discapacidad. El grupo dirige visitas al campus de la UIB, en las que los guías explican los pormenores de varias obras de arte presentes en él. Durante una visita que hice el otro día fui testigo, satisfecho y emocionado, de la calidad de la información que proporcionan los guías y de la profesionalidad y la entrega con las que lo hacen. A quienes no conozcan el mundo de las discapacidades podrá parecerles un hecho trivial explicar en público durante cinco o diez minutos las características de, por ejemplo, un mural, y hacerlo de memoria y bien, pero puedo asegurar que para personas como mi hija tiene un mérito extraordinario llegar a hacer eso. En este logro es esencial el papel de las personas de ESMENT responsables de la actividad, a las que modestamente homenajeo nombrándolas aquí: Alicia Espinosa, Ana Ramírez y Gràcia Seguí. El resultado del trabajo de estos guías y sus instructoras avala indudablemente una idea que siempre he defendido, la de que no solo hay que poner a personajes famosos como ejemplo de lo que se puede conseguir con esfuerzo, constancia y paciencia, sobre todo si, como sucede en el caso de este grupo de personas, el ambiente está empapado de cariño. En varias ocasiones he manifestado mi agradecimiento a ESMENT por la labor que viene haciendo desde hace años para que mi hija se desarrolle en los ámbitos del trabajo y del ocio; esta nueva actividad que le ha ofrecido justifica un reconocimiento adicional.