Circulaba yo el pasado lunes por las calles de Els Hostalets con la prudencia que requiere esa zona, cuando, por mi izquierda, a velocidad excesiva y sin respetar mi preferencia de paso, se coló un ciclomotor conducido por una empleada de Emaya. Reaccioné a tiempo y no hubo colisión, por fortuna para ella y para mi vehículo. En lugar de pedir perdón o de continuar su camino, qué mas daba, la citada ciudadana se paró en medio y a voz en grito empezó a gesticular e insultarme. Al ver que su capacidad de raciocinio era inexistente, me limité a indicarle que siguiera su camino repetidas veces mientras ella seguía con sus gritos, gestos e insultos, muy ejemplar todo ello, claro.
Así que sugiero a la citada empresa que de vez en cuando dé algún cursillo de civismo y educación vial a sus empleados, al tiempo que evalúa la capacidad de alguno para seguir utilizando vehículos de motor por la vía pública.