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Matías Vallés

Los mazazos del siglo, por orden de importancia

El ajetreado transcurso que inicia el 11S se enriquece con Afganistán/Irak, crisis financiera, Trump, pandemia, Ucrania y Gaza, bajo el paraguas recalentado del cambio climático

Jorge Dezcallar Manu Mielniezuk

Conviene leer con atención a Jorge Dezcallar, ahora mismo en su libro El fin de una era: Ucrania, la guerra que lo acelera todo. En la recapitulación final, el diplomático que ha vivido en primera línea los acontecimientos más destacados de las décadas recientes decreta "el epitafio del orden geopolítico surgido en 1945". Este dictamen invita a la salida del ensayo a sumarse a la pasión actual por las listas, para plantearse el reto de enumerar los mazazos que el siglo XXI le ha asestado a la humanidad o viceversa. Y a situarlos por orden de importancia, en una pirueta final.

Iba a ser una centuria tranquila, después de la caída del Muro y la subsiguiente hegemonía liberal. Un cuarto de siglo después, hasta los optimistas se refugian en el futuro, ante la escasez de argumentos proporcionados por el presente. Curiosamente, el XXI debuta con el efecto 2000 informático o Y2K, el enloquecimiento de las redes informáticas por el cambio de calendario que nunca se produjo. El chasco debería inspirar un repaso de los cataclismos muy historiados pero no materializados.

Tras la decepción inaugural, el XXI fue un siglo de cocción lenta. El consenso establece que su ajetreado transcurso se inicia con estruendo el 11S. La pericia asesina de los pilotos aficionados de Al Qaeda al estrellarse contra las Torres Gemelas todavía ofrece las imágenes canónicas de la contemporaneidad, el epitafio establecido por Dezcallar. Quienes lleguen intactos al año 2100, que la humanidad no tiene garantizado, verán los resúmenes del siglo encabezados por el hundimiento de Manhattan.

El análisis de la proclamación de Osama bin Laden no exige coordenadas geopolíticas, basta con las factuales. Si el 11S fue posible, nada es imposible. La réplica o venganza enloquecida de Washington se tradujo en dos hitos a considerar entre los más relevantes del siglo XXI, la guerra que Obama llamaría "necesaria" de Afganistán y la "opcional" de Irak. Ambas matanzas desembocan en la huida estadounidense de Kabul y en la creación de Isis, dos deudas de la humanidad con Bush que ya solo defiende Aznar. Suena bizarro juzgar a un expresidente por pagar el silencio de una actriz porno, tras haber perdonado los crímenes de guerra en Mesopotamia.

Desde España suena duro no adjuntar los 191 muertos del 11M, entre los acontecimientos que catalizan el siglo. Sin embargo, la mayor matanza terrorista en suelo europeo de la historia no ha alcanzado la dimensión de acontecimiento global. En el escalafón sangriento se sitúa no solo por detrás de la carnicería del 11S, de balance de víctimas equivalente. Tampoco ha alcanzado el impacto de los atentados parisinos de Bataclan/Charlie Hebdo.

El 11S apertura el siglo pero, ¿lo define? Un economista se revolvería escandalizado, anteponiendo la crisis inmobiliaria y financiera de la primera década del siglo. La economía sobresale por su capacidad de impregnar la realidad, pero la noticia más destacada de aquella estafa masiva consiste en que solo llevó a la cárcel a Bernie Madoff, apenas un figurante de la farsa. Los autores eran too big to jail, y contaban de antemano con la impunidad. Citando de nuevo a Obama, el primer ser humano que se aburrió en una Casa Blanca que le quedaba pequeña, "los ricos juegan con otras reglas".

Un científico denigraría la irresponsabilidad de encelarse con guerras y fortunas, en un planeta que galopa hacia la expulsión de la vida humana en su seno. Si existiera una jerarquía de noticias del siglo XXI en relación a su importancia real, la prensa solo hablaría del cambio climático. Sin embargo, el cóctel de la impotencia y la indiferencia ha acabado por neutralizar la mayor amenaza de la historia de la humanidad.

Un médico reclamaría la importancia y vigencia de la pandemia, con un virus que desató el mayor experimento de confinamiento colectivo de la historia. Miles de millones de seres humanos sufren todavía las consecuencias físicas y psíquicas del aislamiento, probablemente exagerado para los menores de cincuenta años. Desde el punto de vista de la civilización, la covid sirvió para implantar los métodos chinos de sujeción colectiva a escala global. En cuanto a Ucrania y Gaza, la vigencia de ambas guerras implica que el tribunal juzgador todavía está deliberando.

Habría que incluir en el último minuto la volea de bombardeos amortiguados entre Irán e Israel, pero esta deflagración se encuentra todavía en la fase de precalentamiento. Sus sacudidas sísmicas sirven para desentumecer los músculos bélicos, a la espera del estrépito que permita incluir el enfrentamiento a drones en la nómina de grandes catástrofes del siglo. Y quizás definirlo, siempre que quede alguien para contarlo.

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