Pocas veces un juicio causa tanta expectación en la sociedad y un debate tan encendido como el del crimen de Porreres. Por mayoría de cinco a cuatro, por solo un voto de diferencia, el jurado declaró este viernes culpable de homicidio a Pau Rigo, el hombre de 82 años que el 24 de febrero de 2018 fue asaltado en su domicilio por dos individuos, agredido, conducido a la habitación de la casa donde guardaba la caja fuerte y obligado a entregar todo el dinero, mientras su mujer era arrastrada a otra dependencia. Y que cuando finalmente fue conducido a la estancia donde se encontraba su esposa y los dos asaltantes, armados con patas de cabra, apilaban el botín del robo, pudo alcanzar una escopeta de caza y terminó disparando y matando a uno de ellos.
El abogado de la defensa pedía la eximente completa del crimen de homicidio por legítima defensa y la absolución. Y el fiscal rebajó durante el juicio la pena de cuatro años de cárcel a tres años y nueve meses, al considerar que la eximente de legítima defensa era solo incompleta y apreciar al mismo tiempo la atenuante de temor vencible, en esa ponderación que realiza la justicia entre la agresión ilegítima, el asalto al domicilio y el robo con violencia, y la respuesta en legítima defensa. En definitiva, en si se trató de una reacción proporcionada y en si se produjo para evitar la agresión ilegítima o después de ella.
No obstante, en el juicio existe una variable que no se tiene en cuenta. El tribunal analiza toda la sucesión de hechos con un conocimiento previo de los mismos y sus tiempos. Y Pau Rigo se enfrentó a una sucesión de imprevistos que de forma razonable podían terminar con su muerte y la de su esposa, sin poder conocer si después de las primeras agresiones vendrían otras, sin poder determinar cuándo dejaría de estar amenazado.