Toda acción humana está sujeta a la interpretación social. Besar a alguien se considera habitualmente como un acto de aprecio, una muestra de cariño y también de proximidad personal. La cuestión del beso es saber si es unilateral o recíproco; es decir, si el beso se da o se recibe o sí solo es beso cuando las dos partes aceptan simultáneamente darlo y recibirlo. Besar es un enigma entre dos personas con potencial repercusión en muchas otras.

La selección femenina española de fútbol logró lo inesperado. Con todo mérito y justicia deportiva se proclamaron, allá en las Antípodas, campeonas del Mundo. Atrás quedaron renuncias, tensiones y reencuentros. Por primera vez un grupo de futbolistas españolas se proclamaron campeonas de un mundial de fútbol. Ellas y solo ellas lograron vencer a todo y a todas.

Entre abrazos, celebraciones y cantos de victoria llegó el beso de la discordia. Un beso zafio, impropio, inadecuado e innecesario. Un beso públicamente jerárquico que convirtió la gloria de España en días oscuros repletos de vergüenza patria.

Días antes, los españoles celebrábamos satisfechos el regreso de nuestras jugadoras icónicas y la eclosión de jóvenes promesas igualmente ganadoras. Su unión y su coraje emocionaron a España en todos y cada uno de los partidos de la Roja. Así cayeron Países Bajos y Suecia, candidatas a todo pero que no pudieron con la nueva y brillante selección española.

Como tampoco pudo resistir Inglaterra vigente campeona de Europa. 23 mujeres españolas el 20 de agosto de 2023 dejaron grabado en oro y para siempre su nombre en la Historia. España se había convertido en la merecida campeona del Mundo.

Me niego a que un fulminante y vergonzoso beso eclipse los méritos de una selección de ensueño. «Se acabó» para Rubiales y todos sus adláteres. Adiós a todos los cargos federativos porque ya no son parte de este sueño compartido, con sus postreros aplausos los gerifaltes territoriales se abonaron, junto a su jerarca Rubiales, a un merecido viaje hacia el olvido.

Como deportista me duele que un beso obligado suplante la legítima alegría y celebración compartida de un equipo que, con todo merecimiento, ya es Historia. Solo deseo que las campeonas puedan interiorizar que, tal vez, su mayor premio sea recibir el reconocimiento y apoyo sincero de todo el pueblo, de UNICEF, de la ONU, la FIFA y del mundo entero.

Sea como fuere, no olvidéis que toda España admira y aclama a sus 23 campeonas y lo celebra orgullosamente con todas ellas. A pesar del beso de la deshonra. «Se acabó», Jenni. Tú y todas tus compañeras sois, para el mundo entero, dos veces campeonas.