Diario de Mallorca

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Superada la primera tormenta electoral, durante la que resultaba difícil alejarse de los espantajos, escarnios y, del «tú más», recobramos, por poco tiempo, un poco de serenidad, e intentamos volver a reflexionar sobre lo que importa, interesa, urge, afecta a todos. Refiero sobre la exagerada preocupación por la inteligencia artificial -IA- y la amenaza que de ella se pudiera derivar. Sin embargo, no pensamos en lo perniciosa que es la ignorancia y estupidez que nos rodea. No deberíamos olvidar que el avance de la tecnología contribuye a mejorar la vida de las personas y de la sociedad, a pesar de que el desconocimiento de la IA que se avecina pueda crearnos algún malestar o incomodidad. Lo que será sin duda un adelanto importante puede ocasionar incertidumbre, preocupación y miedo al vernos sometidos a un nuevo progreso. La inteligencia artificial puede provocar inquietud lo mismo que sucedió con otros avances, ya nos ocurre con las redes sociales y los móviles utilizados equivocadamente o en exceso. Pero a mí me preocupa más la simpleza de mucha gente que nos rodea, con la que convivimos, la ignorancia con la que conjeturan y funcionan atrevidamente por la vida. No hace mucho enseñé a una persona joven un ejemplar del Quijote que tengo, como un tesoro, en mi biblioteca, se trata una edición del año 1.807 ilustrada con unas maravillosas ilustraciones, explicativas de cada capítulo. Su reacción fue la de un desconocedor de la importancia de la obra de Cervantes, a lo que hay que añadir un cierto desdén tanto de la obra, exponente de la literatura castellana, como de la edición del texto. No desconsideremos la cantidad de analfabetos funcionales que nos rodean, que prefieren el entretenimiento digital a la lectura de un libro, cualquier libro, que ofrezca un pensamiento razonable y ordenado, mediante letras organizadas en palabras y, párrafos que nos trasladan en su unión a zona recónditas.

El último informe PIRLS, del 16 de mayo de 2.023, - PIRLS- en inglés Progress in International Reading Literary Study (Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora) que evalúa a los alumnos sobre su experiencia literaria y aprendizaje en el uso de la información y, pone en evidencia que los alumnos españoles han empeorado su capacidad de comprensión de la lectura. Han perdido siete puntos respecto a la evaluación anterior, situándonos doce puestos por debajo de la media de la OCDE y siete por detrás de la Unión Europea. Donde existe mejor comprensión lectora es en Singapur. El sistema educativo debería de acentuar la obligación de leer y el compromiso, también, de obligar a hacer comentarios de textos, así mejorarían fácilmente su contenido cognitivo. «No vale el corte y pega», ni tesis doctorales plagiadas, ni masters copiados sin miramientos por universidades de dudosa formalidad.

Entre las causas que se aducen para situarnos en esta mala evaluación está el exceso de tiempo dedicado a las «pantallas» y al mal comportamiento en clase. El abuso digital, según la agencia Common Sense Media, el disfavor consentido en casa o sugerido, por padres tolerantes, de la televisión, videojuegos, presencia en redes sociales, puede producir trastornos del sueño, obesidad, diabetes, depresión o conductas de riesgo. Según este estudio los niños españoles, entre ocho y doce años, se pasan una media de cinco horas y más, consumiendo contenidos, hasta el punto de que algunos han llegado a manifestar que «no querrían vivir sin You Tube»…, ante este grave problema, ¿por qué no se promueve la actividad física y la lectura, sobre todo lectura, lectura, lectura?

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