El interés por la Formula 1 está superando al fútbol, quién lo iba a decir, sobre todo entre los más jovenes. Y gran parte de culpa es de Alonso, un auténtico experto en marketing. Es noticia cuando gana, cuando pierde y cuando empata. Cualquier mejora en el coche se convierte en un acontecimiento. Su tuit o su vídeo con música se hace viral al instante. Antes fue ‘El Plan’, ahora no paramos con la ‘33’, que no ha llegado en Bakú, pero se alcanzará más pronto que tarde para gozo total de los ‘alonsistas’. Porque Fernando tiene un carisma brutal. Sus ganas de ganar se contagian y le convierten en alguien a quien imitar y admirar. Es magia. Y luego está el producto, que se cuida de maravilla. Las agencias mandan a las televisiones imágenes impactantes de la carrera, el sonido del motor, los adelantamientos salvajes, las caras, los accidentes, los piques, lo más espectacular. Todo lo que nos sirve para meternos de lleno en la tensión de la competición. Además, entre Grandes Premios hay entrevistas y actos publicitarios que se traducen en declaraciones constantes para que la gente siga hablando de la Fórmula Uno. Y funciona de maravilla, ¿no?

Qué fácil sería que el fútbol imitase en algo a la F1. ¿Por qué no se emite el sonido del VAR? ¿Por qué nos ocultan los diálogos de los árbitros? Tanto oscurantismo no hace más que alimentar la sospecha sobre el colectivo arbitral. ¿Por qué tanto silencio? El otro día, en la liga francesa un árbitro salía a aclarar una acción polémica al final del partido. Y lo hacía comentando las imágenes. ¿Por qué no se hace en España? El fútbol ha perdido la visión del espectáculo. Los responsables deben adaptarse a los nuevos tiempos. No vale con noventa minutos de partido. Hay que bajar el precio de plataformas como Movistar, que cuestan más de 100 euros al mes (¿cuántas familias pueden pagar eso?). Hay que vender entradas a cinco euros a los chavales en los estadios para que se aficionen. Y montar shows o breves conciertos antes de los encuentros o en el descanso. Decorar el evento principal. Ah, muy importante, que los futbolistas recuperen la cercanía con los aficionados. Hacer entrenamientos de puertas abiertas y zonas mixtas con la prensa ayudaría. Hay que espabilar. Hay que innovar. Hay que quitarse los miedos. El que no arriesga no gana. Una frase que se tendría que tatuar el mundo del fútbol.

  • El Cádiz goza y el Valencia sufre. Era casi final y el equipo de Sergio compitió mejor. No hay más. Se acaban las jornadas y las oportunidades para los que han hecho mal las cosas. La afición del Valencia es la única que puede sacar adelante al equipo.
  • Joaquín, gracias por todo. Su lesión en el Camp Nou le impedirá superar el récord de partidos en Primera. Da igual. La ovación de los aficionados del Barça es una muesca más en una carrera extraordinaria, de leyenda.
  • La precocidad de Lamine Yamal. 15 años y jugando en el Camp Nou. Qué locura. Demostró que tiene talento y descaro, eso está claro. Pero ojo a su juventud. Su entorno debe cuidarlo para que no se desvíe.
  • Rodrygo, artista de época. El brasileño tiene un talento descomunal, sobre todo en este momento de la temporada. En la ‘zona Champions’ es cuando más cómodo se mueve. Su autopase ya es historia. Jugadorazo.