¿Quién era Beatriz Bibiloni? ¿Por qué Jorge Luis Borges le dedicó los tan románticos Poemas ingleses? Atendido ese apellido, ese linaje > ¿Era acaso una mallorquina?

Fue Coco Meneses quien dedicó un libro a narrar cómo la familia Borges-Acevedo visitó la isla de Mallorca en 1919 para acabar instalándose en Palma por dos períodos: El primero entre mayo de 1920 y marzo de 1921; y el segundo, más breve, en 1923. En un artículo que en marzo del 2017 publiqué en Diario de Mallorca conté cómo Miguel Sastre Bordoy reveló que el lugar exacto de su residencia fue lo que hoy es el nº 14 de la calle San Miguel.

En ese tiempo, el joven Jorge tuvo su primer amor mallorquín. Elvira era la hermana pequeña de su amigo Jacobo Sureda Montaner, «la niña rosa y dorada de la que estuve enamorado tal vez y no se lo dije nunca» que se menciona en su poema Mallorca. Le dedicó el poema Distancia que apareció publicado en la revista Ultra en abril de 1921.

Recientemente mi sorpresa ha ido más allá de aquel primer amor mallorquín de los años veinte.

Apenas unos meses atrás me topé con una curiosidad. Los dos celebérrimos poemas ingleses (Two English Poems) que en su primera versión Borges escribió en 1934 (más tarde recogidos en Poemas 1922-1943, Ed. Losada, 1954, p 157) están dedicados a Beatriz Bibiloni. Cualquier mallorquín entenderá que ese apellido me sugiriese la pregunta de si era la segunda enamorada mallorquina de Jorge Luis Borges. Estos dos poemas son tal vez los más míticos y misteriosos a la vez que entrañables de su obra: En el primero escribe:

«Your profile turned away, the sounds that go to make your name, the lilt of your laughter: these are illustrious toys you have left me» («Tu perfil que se aleja, los sonidos que van a formar tu nombre, la cadencia de tu risa: estos son los insignes juguetes que me dejaste»). Beatriz y Georgie se comunicaban en inglés (la abuela de Borges era inglesa y la madre de Beatriz, novascotish). Tal vez ese fue el motivo por el que los poemas están escritos en aquel idioma. Glosándolos, Antonio Camou afirma: «A diferencia del laberíntico poeta que estamos acostumbrados a leer en español, este Borges en inglés es llano, directo, pudorosamente íntimo».

La dedicatoria de Borges forma parte de la leyenda enigmática del autor. Aquel mismo año de 1954 Borges también publicó la segunda edición de la Historia Universal de la Infamia en la que incluyó una dedicatoria en inglés a > que reemplaza la anterior a > de la primera edición. Nadie sabe con exactitud quiénes eran S. D. o I. J. (¿acaso son las iniciales de Sara Isabel Josefina Diehl, «Pipina» ¡prima segunda de Adán Diehl!, el «loco de Formentor», fundador en Mallorca del Hotel Formentor junto con Delia del Carril, la que luego sería la primera mujer de Pablo Neruda?). Fuesen quienes fuesen, aquella dedicatoria de 1954 a Beatriz Bibiloni fue confirmada en las dos siguiente publicaciones de la editorial Emecé: Poemas 1923-1958, 1962; El Otro, el mismo, 1964.

Juan Antonio Bibiloni.

Una entrevista en el diario madrileño ABC, publicada el 16 de enero de 2017, me puso en la pista de quién fue Beatriz Bibiloni. El entrevistado era su nieto Bony Bullrich, quien cuenta que Beatriz nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1902, del matrimonio habido entre el mallorquín Juan Antonio Bibiloni y María Webster, originaria de Nueva Escocia en Canadá.

Dar con Bony Bullrich no resultó fácil. Tras varias pesquisas fallidas, pedí ayuda a mi amiga Mónica Poggio. Conocí a Mónica en la casa de Alán Faena, su yerno entonces, a la que acudí para entrevistar a Pedro Poggio, que fue testigo personal y directo de la relación íntima entre Evita y el coronel Domingo Mercante allá por 1942.

«¿Bonny Bullrich? ¡Pero por supuesto que le conozco! Te paso su contacto. Decile que leo sus publicaciones».

Quedé con ambos para almorzar el miércoles 30 de enero en el Hotel Meliá Recoleta Plaza de la calle Posadas 1557. Bony me confirmó el origen mallorquín de Beatriz Bibiloni. Mónica es una mujer cultísima y de amena conversación. Bony no le va a la zaga. Hay pocos placeres mayores, sino ninguno, que el de compartir mesa con comensales inteligentes.

Adelanto el final de este artículo: La sangre de Beatriz Bibiloni era mallorquina. Más concretamente, hija de un mallorquín nacido en Pollença. Se llamaba Beatriz Bibiloni Webster, «Bia».

El padre de Beatriz, de nombre Juan Antonio Bibiloni, nació en Pollença el 24 de abril de 1860. Hijo del también pollencí Antoni Bibiloni Ferragut. La familia desembarcó en Buenos Aires siendo aún muy niño. Residió en una amplia vivienda en la esquina Callao/Quintana del barrio de la Recoleta. Llegó a ser Ministro de Justicia bajo la presidencia de José F. Alcorta. Su tratado sobre el Derecho Civil argentino en ocho tomos es una referencia bibliográfica imprescindible. En su honor lleva su nombre una importante calle lindera con la Facultad de Derecho y perpendicular a la Avda. Figueroa Alcorta.

El matrimonio Bibiloni-Webster tuvo cuatro descendientes: Beatriz, Sara, Lúa y Juan. La mayor fue Beatriz. Una mujer bellísima, además de culta y perfectamente bilingüe. Casó con el abogado Héctor «Tito» Bullrich Urioste y celebraron su luna de miel a bordo de un trasatlántico rumbo a Hamburgo. El Capitán del buque la describió como «la mujer más espectacular que ha viajado jamás en los barcos de la línea HSDG». Ese buque era el Cap Arcona, el mismo que años después fue intencionadamente hundido por las SS con 4.500 prisioneros de los campos de concentración de Neuengamme y Stutthof.

Ya de regreso en Buenos Aires tuvo un único hijo al que le pusieron de nombre Héctor como su padre. Residieron en un magnífico palacete francés en la calle Cerrito 1.222 cuya fachada aún se conserva. La vida social de Beatriz fue corta y su muerte, trágica. Falleció a consecuencia de varios accidentes cardiovasculares que afectaron a su cordura mental. Así la describe Adolfo Bioy Casares en el diario de los encuentros con su amigo Borges (Ed. Destino 2006): el «personaje inolvidable», «la heroína secreta» que aparece en la biografía tal y como lo recogen Edgardo Coserninsky y Rodrigo Fresán en el voluminoso estudio sobre Bioy.

Bony es hijo del matrimonio de Héctor con Nieves Bosco (La imaginación del signo, Ed. Vicinguerra, 1993) y, por tanto, nieto de Beatriz Bibiloni. Pero es que además, su madre Nieves Bosco fue cuñada de Carlos Ayarza que, a su vez, era primo hermano de la familia Ayarza Dihel (¡siempre este apellido tan vinculado a Formentor!). Bony nos habló de su vida como abogado, como consultor de las Naciones Unidas y del Banco Mundial, como curador del Alvear Fashion&Arts, como escritor de un próximo libro de la colección Travel Series Azulín-LVMH sobre Punta del Este, como…

¿Quién era Beatriz Bibiloni?

Antes de levantarnos de la mesa, Bony me contó que, a raíz de aquella entrevista en el ABC, recibió una llamada telefónica desde Mallorca. Al otro lado del teléfono le habló Catalina Bibiloni Cifre, que dijo ser descendiente de aquel Juan Antonio, un prohombre pollencí ignorado en su Pollença natal. Me comprometí a contactar sus descendientes. Tal vez lean este artículo…

Jorge Luis Borges se mostró enigmático y laberíntico con su vida amorosa. Además de por Beatriz, fueron muchas las mujeres por las que mostró interés, desde su primer amor por Elvira Sureda hasta el último por María Kodama. Sin embargo, optaba por esconderse detrás de un personaje críptico e insondable. Jorge Esquinca escribe que Beatriz fue especial para Borges, una mujer dantesca e inalcanzable, el eterno femenino que justifica una obra y sostiene en vilo una vida.

Beatriz Bibiloni fue hija de un mallorquín. Como Elvira Sureda fue mallorquina. «Mallorca es un lugar parecido a la felicidad, apto para en él ser dichoso, apto para escenario de dicha, y yo, como tantos isleños y forasteros, no he poseído nunca el caudal de felicidad que uno debe llevar adentro para sentirse espectador digno (y ni avergonzado) de tanta claridad de belleza. Dos veces he vivido en Mallorca y mi recuerdo de ella es límpido y quieto: Unas tenidas discutidoras con los amigos, Una caminata madrugadora que empezó en Valldemossa y se cansó en Palma, una niña rosa y dorada de la que estuve enamorado tal vez y a la que no se lo dije nunca, unos días largos remansándose en el cálculo de las playas. Ahora dejo de escribir y sigo acordándome».

Elvira fue esa niña rosa y dorada. A Beatriz le ofreció «ese núcleo de mí mismo que he salvado de algún modo: ese corazón que no comercia con palabras, que no trafica con sueños, y que no ha sido tocado por el tiempo, por el júbilo, por las adversidades». La pulsión mallorquina de Jorge Luis Borges.