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Antonio Papell

Yolanda, un liderazgo incómodo

Las elecciones generales de 2015 materializaron el final del bipartidismo imperfecto ya que PP y PSOE consiguieron tan solo, en conjunto, 213 escaños en un Congreso de 350. El fenómeno no fue pasajero ya que el pluripartidismo se manifestó igualmente en las consultas posteriores: en las elecciones de 2016, PP y PSOE sumaron 222 escaños; en las de abril de 2019,189; y en las de noviembre de aquel mismo año, 209 diputados.

Como es conocido, el 1 de junio de 2018 ganaba Pedro Sánchez una moción de censura contra Mariano Rajoy y se proclamaba presidente del gobierno, gracias a un conjunto de apoyos que sumaron 180 votos por 169 de su adversario: 84 del PSOE, 50 de Unidas Podemos, 12 de En Comú Podem, 9 de Esquerra Republicana, ocho del PDeCAT, 9 de En marea, cinco del PNV, 4 de Compromis, 2 de EH Bildu y 1 de Nueva Canarias.

Tras las segundas elecciones de 2019, Pedro Sánchez consiguió ser investido tras formar una coalición de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, y con el ajustado respaldo de 167 parlamentarios: PSOE (120), Unidas Podemos (35), PNV (6), Más País-Compromís (3), Nueva Canarias (1), BNG (1) y Teruel Existe (1). En definitiva, el gobierno de coalición actual cuenta solo con 155 diputados propios, por lo que toda su acción legislativa, que ha sido muy abundante, ha necesitado el apoyo de otras fuerzas, de izquierdas y/o nacionalistas.

Ahora, ante las próximas elecciones generales de finales de año, ha surgido la excelente idea de agrupar las formaciones a la izquierda del PSOE en una plataforma que represente a un único programa, lo suficientemente amplio para incluir todas las sensibilidades. De ahí ha surgido «Sumar», una entidad que abarque y coordine a todas las organizaciones ubicadas en ese espacio. Yolanda Díaz, miembro del PCE y por lo tanto integrada en Unidas Podemos, ministra de Trabajo y vicepresidenta del gobierno Sánchez, fue la señalada por Pablo Iglesias para ocuparse de tan delicada misión, que conviene a todos los progresistas deseosos de que siga gobernando una coalición como la actual en la próxima legislatura.

El pasado domingo, Yolanda dio el pistoletazo de salida de «Sumar» en un acto fundacional y multitudinario en Madrid, al que acudieron numerosas organizaciones (entre ellas, Izquierda Unida, Más País, Compromís, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía. Més per Illes Balears, Chunta Aragonesista. Equo, Coalición por Melilla (CpM), Proyecto Drago, Iniciativa del Pueblo Andaluz. Batzarre…). Pero faltó Podemos, que objetó como pretexto para su ausencia la supuesta negativa de Yolanda a aceptar un sistema de provisión de cargos mediante primarias abiertas…

Otras formaciones criticaron a Yolanda por una excesiva moderación en el discurso… La inminencia de las elecciones del 28 de mayo genera susceptibilidades ya que en algunas comunidades y municipios hay más de una organización integrada en «Sumar». Pero el recelo de Podemos se debe indiscutiblemente el temor a que la organización que ha personificado la izquierda radical y tenido un papel notable en el gobierno de coalición sea postergada. Por más que Pablo Iglesias, que todavía dirige la organización entre bastidores, haya dicho que un fracaso en la integración sería «una tragedia electoral y política».

Asimismo, la desconfianza de Podemos ante el discurso moderado y cercano de Yolanda ha encontrado un contrapunto en el otro lado: sectores del PSOE temen ahora que una propuesta tan atractiva como la de Yolanda arranque votos del electorado socialista. Algún analista audaz ha llegado a cuantificar en 200.000 los nuevos electores de «Sumar» que provendrían del PSOE. Y es lógico ese temor: los partidos no son compartimentos estancos y muchos de ellos tienen entre sí fronteras borrosas. Lo importante no es que el elector se acomode inflexiblemente unas siglas sino que las ofertas políticas acierten a la hora de movilizar la sensibilidad de las gentes, que sin duda tienen motivos en muchos casos para la desesperanza y el absentismo. En cualquier caso, Yolanda reúne condiciones para representar el ámbito político de incisiva preocupación social, savia nueva e instinto libertario que han ocupado los entornos de Podemos y de Izquierda Unida en estos tiempos nuevos en que los ciudadanos han de protegerse de los cambios acelerados hacia lo desconocido.

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