Entrever la palabra quiniela como partícipe de la jerga policial puede parecer extraño. Sin embargo, la policía palmesana ha manejado durante muchos años una acepción documental del concepto, plasmada en una determinada visión comunitaria del trabajo diario. Volveremos sobre el tema.

Una reciente noticia publicada en este periódico recoge decisiones judiciales que rechazan la cuantiosa pretensión económica de una ciudadana a ser indemnizada por un accidente, acaecido «como consecuencia de la falta de una piedra en el pavimento de la vía pública». La sentencia recoge una frase genial: «debemos recordar que la administración no se puede convertir en una aseguradora universal». Para finalizar la introducción destacamos un detalle capital de la información: «no hay constancia de que el Ayuntamiento hubiese sido informado de este desperfecto con anterioridad al accidente...».

Aunque no parece ser el caso, a la hora de valorar comportamientos o responsabilidades, suele aflorar el concepto moral —nada inclusivo— de la conducta exigible a un «Buen padre de familia» cuya presencia o ausencia se puede utilizar para valorar comportamientos cuando no existe una tipificación expresa de los mismos. Infringir el deber de cuidado o medidas de precaución exigibles a un buen padre de familia, sería una fórmula posible para rechazar asumir responsabilidades ajenas. Sin haber tenido acceso a la sentencia, además de apreciarse la escasa entidad del desperfecto para atribuir la responsabilidad al Ajuntament, leemos que: «de haber caminado la recurrente con la atención adecuada y que requería la pavimentación tradicional de la plaza, podría haberse evitado la caída».

No prestar ese cuidado personal al caminar, cabría pues en la carencia de un mínimo cuidado que, la administración está lejos de tutelar al milímetro y, por tanto, en este caso, la responsabilidad es de la ciudadana. De ahí que se analice con sumo detalle cada reclamación, siendo un punto muy importante el conocimiento potencialmente previo que la administración posea del desperfecto implicado en el accidente, punto clave para determinar el inicio de la obligación de reparación.

Damos por supuesto que, ante reclamaciones patrimoniales de este tipo, las asistencias letradas procuran requerir toda la información certificada al respecto, contemplando los múltiples canales de entrada: WhatsApp, y teléfono 010 que gestiona las demandas municipales de servicio, bases de datos policiales, de infraestructuras y cualquier otro canal telemático, negociado o empresa municipal que pudiera tener relación con ese entorno específico. Esa información, en su caso, podría además de demostrar la advertencia previa, evidenciar la falta de diligencia en su reparación por parte de la administración, inclinando con ello la balanza.

Otro supuesto de potencial responsabilidad objetivable de la administración en caso de accidente, se da a mi modo de ver, cuando —aun sin desperfectos— la configuración del espacio público nos sitúa estructuralmente en una posición de riesgo. Muchos kilómetros de carril bici son un ejemplo, citaremos algunos: El de Blanquerna, en que sus líneas delimitadoras no ejercen función alguna de seguridad, o los de las calles Rosselló i Cazador o Lluís Vives. En tales supuestos se pueden dar invasiones «legales» y coincidentes en tiempo y espacio, entre peatones y vehículos. Pienso en el vuelo de los manillares, movimientos de las extremidades corporales, o el acceso y salida de vehículos estacionados. Acciones realizadas desde espacios propios que, en vuelo o por accesibilidad, invaden el impropio.

Llegamos a las quinielas. Así se denominaba un tipo de impreso policial en desuso, utilizado para reseñar, marcando casillas con una equis, desperfectos en la vía pública para tramitarlos al departamento correspondiente instando su reparación. Sustituida por medios de comunicación telemáticos, era un instrumento eficaz, no solo por la forma personal de detección —patrullando a pie por las barriadas— sino por el seguimiento de la reparación. El problema surge de la percepción del desperfecto. La mejor fórmula es la directa, verlo, sentirlo, olerlo, tomar conciencia. Ver, sentir, oler y concienciar son verbos inherentes a otro: caminar, ejercicio fundamental para un policía de barrio, en que no solo se percata de las deficiencias, sino que es accesible a la comunidad para atenderla de primera mano. Las quinielas —reliquias de un modelo de proximidad abandonado— son un reborde más de los «escudos antibalas» que necesitan los barrios para mejorar su calidad de vida, a través de la comunicación directa con su policía local.