El psiquiatra Oriol Lafau no figuraba como mero aliño independiente en puesto de salida del PSOE, porque hasta las encuestas de los socios del Pacto garantizan ocho o nueve escaños socialistas en Mallorca. El médico que había conquistado el corazón de Francina Armengol, exultante al elogiarlo sin tasa en actos públicos, estaba predestinado a ocupar la conselleria de Sanidad y Nepotismos en un muy presunto Govern del Pacto de Progreso a partir del 28 de mayo. 

El doctor Lafau no ha perdido ni desmentido ninguna de las cualidades profesionales que lo habían catapultado al principado socialista. Su vínculo privado y no delictivo con la gestación subrogada estaba vigente en el momento de su promoción a las listas, con la misma intensidad que hoy. ¿Qué ha cambiado, para que sea inevitable suprimir a toda prisa del palmarés al candidato irreprochable de Armengol? Muy sencillo, la entrada en campaña de Ana García Obregón.

La verdugo de Lafau es Mercedes Garrido, y algún día calculará el PSOE los votos que pierde por los excesos verbales de su aguerrida consellera, pero la destitución de Lafau responde a una decisión particular de Ana Obregón. Ejecutado por una celebridad. No es el momento de plantearse la hipocresía de quienes participan en manifestaciones antiabortistas después de haber colaborado con un aborto, según las cifras de interrupciones del embarazo aportadas por los propios organizadores de las marchas. Cuesta que los socialistas aprendan una lección, pero la eliminación fulminante del preconseller demuestra que saben lo que se juegan. El nivel de exigencia se pone por las nubes, no es una mala noticia aunque llegue con retraso.