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Ana Bernal-Triviño

Isabel I la Católica, ¿feminista?

Isabel la Católica, por Juan de Flandes.

Es cierto que Tamames no dijo de forma expresa en el Congreso, durante la moción, que Isabel I fuera feminista, pero sí hizo un amago. Isabel I tenía su propio reino tras morir su hermano, el de Castilla (no España); igual que Fernando tenía Aragón. No asociemos la idea de mujer igual a feminista. Si ni siquiera ocurre hoy, imaginen en el siglo XV. Que una mujer tuviera poder no significa que todas lo tuvieran.

Se reprocha al feminismo no reconocer a Isabel I. Entiendo que apenas se lee feminismo, pero Simone de Beauvoir en El segundo sexo ya la mencionaba. Lo que ocurre es que el feminismo actual nace en la Ilustración y no es comparable, por ejemplo, Isabel I de Castilla con Olympe de Gouges y su vindicación escrita en plena Revolución Francesa.

No cabe analizar si fue feminista con ojos de hoy porque ese concepto no existía. Al margen de sus hechos, sí, fue una mujer con poder y creyó en su capacidad para gobernar. Se rodeó de damas cultas a las que otorgó más formación. Y sí, las cartas de seguro de los monarcas también protegían a mujeres maltratadas por sus maridos. No sé si esta clemencia la sabe justo el partido que niega a sus víctimas.

El feminismo defiende a todas las mujeres, sin que la clase social condicione. Y esta visión, que hoy es troncal, obvio, no está en Isabel I. Para ella, una mujer musulmana o judía no era de igual valor que una cristiana. Y aun cristianas, la cuna marcaba el destino. Cristina Segura explica cómo las religiones trataban por igual a las mujeres y que las privilegiadas tenían acceso a una educación negada a las pobres.

Y sí, Isabel I también padeció lo que imponían a su sexo. Los cronistas confirman que jueces y regidores acreditaron su virginidad y consumación del matrimonio con la sábana de su sangre. Que debía parir ante ellos y que pidió, por vergüenza, cubrir su rostro. Que mientras Fernando era infiel ella dormía acompañada para que nadie dudara de su honra. O que impidió curarse (se cree que de cáncer de útero) por el pudor a ser examinada.

Para Tremlett, el problema es que España arrastra una visión deformada de Isabel I, reinterpretada e instrumentalizada a su conveniencia por el franquismo. Maza detalla que parte de esa «apropiación indebida» se hace con un fin de ejemplaridad para las mujeres, con una Sección Femenina que imponía la imagen sagrada de madre.

Que Isabel I sea de las pocas mujeres en los libros de las escuelas debería hacer pensar. Lo que sí demostró es que una mujer con las mismas herramientas que un hombre puede ejercer igual. Hoy podemos cuestionar sus hechos, hablar de su hija Juana (tenía poco de loca y más de maltratada) o señalar a una monarquía donde aún el heredero al trono debe ser varón. Isabel I preside las Cortes y me pregunto si algunos de allí la hubiesen aceptado como reina en su momento. O me pregunto qué hubieran dicho a mujeres como Campoamor, que pidió en esa cámara el derecho al voto. Lo importante hoy es hablar en esas Cortes de lo que afecta aún a muchas mujeres. Justo lo que otros niegan.

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