Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Nada a la vez en ninguna parte

Pobres de quienes todavía tienen que ver Todo a la vez en todas partes. Puede que haya películas peores que esta papilla infecta, pero a nadie se le ocurriría revestirlas de Oscars. He tenido que realizar un esfuerzo notable con ayuda profesional para sobreponerme a una parodia adolescente de Kafka y Lewis Carroll. Cuando había conseguido olvidarla casi por completo, a excepción de la vulgaridad de los dedos salchicha, Hollywood me revictimiza a lo grande. No hay ningún argumento cinematográfico para exaltar Nada a la vez en ninguna parte. Ha sido premiada porque es asiática, un argumento infatigable como en porque es ecológica, migratoria, transversal o inclusiva. Si de promocionar a Asia se trata, este esperpento deliberado cancela la excelente impresión causada por el Oscar a Parásitos. Y la película extremooriental del año es la coreana Decision to leave, ausente por supuesto del palmarés.

La buena noticia es que nadie salió abofeteado de la gala de los Oscars, salvo los sufridos espectadores insultados tras haber soportado Nada a la vez en ninguna parte. En esta versión degradada de la estupenda No mires arriba, se ha premiado incluso a Jamie Lee Curtis, que se limita a adaptar sus papeles en Halloween. Puestos a educar a la audiencia, sangra la omisión de Daniella Deadwyler, como candidata a mejor actriz por Till. Los americanos han premiado que los simpáticos asiáticos se dejaran encerrar en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, por comparación con los siempre revoltosos afroamericanos.

Tar, Top Gun o El triángulo de la tristeza reconcilian con la pantalla, por lo que han sido exterminadas. Ver películas en un cine es tan estúpido como ingerir comida en un restaurante, pero los opulentos occidentales solo han abandonado uno de estos vicios. La redención debía surgir de las famosas series, pero ahora resulta que el streaming pierde más dinero que el cine. La promoción de Nada a la vez en ninguna parte pretende expulsar de las salas a los espectadores clásicos, con la esperanza de que serán sustituidos por estómagos más dóciles y numerosos. Sigan soñando.

Compartir el artículo

stats