Diario de Mallorca

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Estamos en un tiempo en que la antipolítica campa a sus anchas, es un momento difícil, están muy cerca elecciones a ayuntamientos, comunidades y generales a fin de año. Sin embargo, antes de rechazar la cuestión política, sin más, frívolamente, se debería de pensar reflexivamente a quien votar y por qué a un partido o a otro. Ante este planteamiento caben dos posiciones, elegir según ideología o por capacidad de gestión. Las ideologías están declinando y cada vez es más difícil distinguir diferencias entre gobiernos de centro derecha o de centro izquierda. Por supuesto las diferencias entre estos partidos y los populismos de derechas o de izquierdas están claras. Las ideologías se fundamentan en valores, en principios, que se tienen tiene y la gestión se valorara según experiencias anteriores y en la cualificación para gestionar los grandes asuntos del Estado y los servicios públicos. Los principios ideológicos están en retroceso, se atribuye a Groucho Marx una frase que ilustra la actual realidad política: «estos son mis principios y si no le gustan tengo otros». Groucho Marx (Nueva York 1890- 1977), cómico, actor, humorista y escritor influyente, al parecer dijo esto a un periodista de Nueva Zelanda al ser preguntado por sus principios políticos. Esta frase que define en qué situación se encuentran las ideologías, fue publicada también en la revista Legal Times, y se popularizó pues de alguna forma refleja lo que podrían responder muchos políticos actuales ante la misma pregunta sobre sus principios. Son personas que acomodan su discurso a lo que el personal desea escuchar en cada ocasión.

Si hablamos de ideología nos encontraremos ante un resultado borroso, pero si estudiamos la gestión la imagen que aparece es más nítida. Los políticos hoy en este país intentan demostrar que dos más dos suman cualquier cantidad, siempre que no sean cuatro, pero no podemos olvidar que dos más dos son cuatro y eso resulta ser una verdad matemática. La política es pues versátil, liquida, consecuencia de una falta de rigor de algunos gobernantes. Resulta normal oír aseverar algo sobre una cuestión y decir o hacer lo contrario sin el más mínimo rubor. Actualmente se vota «en contra de» más que «a favor de» y esto sería ideología visceral. Los contenidos de idearios partidistas, sus programas, ya tienen poca credibilidad para el ciudadano, por su escasa consistencia, son palabras, promesas, verborrea. La política en España es hoy un mar proceloso y turbio en donde, en demasiadas ocasiones, el valor que se le da depende del color del cristal con que se mira.

Sería aconsejable estudiar si la gestión es técnicamente rigurosa, de nivel, como el trabajo que realizan en el país, a diario, millones de personas. Para que la gestión sea así se requiere preparación, experiencia profesional, honestidad y eficacia. Es pues en la gestión de los asuntos públicos donde los ciudadanos deberían poner el foco y no en la ideología que hoy ha quedado desdibujada. Ortega y Gasset en su ensayo Ideas y Creencias explica que la ideas sirven para pensar y comprender el mundo y las creencias para aportar un sentido práctico a la vida, son el suelo que pisamos todos los días. La política está en todas partes, guste o no guste, y a la hora de su valoración para tomar una decisión en el momento de depositar el voto es conveniente tener en cuenta la gestión que se ha realizado y la capacidad que pensamos tienen las personas para ejercer próximamente un encargo político, porque la política no se puede ejercer en modo virtual sino en una cruda realidad.

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