Sa Pobla es lo que yo tengo en la cabeza cuando pienso en un municipio agrícola. Se nota en el ambiente. Hace diez días compartía una comida, invitado por los amigos de dos de las empresas comercializadoras de patata de Sa Pobla. Una comida de hermandad para celebrar el inicio de la campaña de la patata extra temprana. A pesar del clima festivo, los payeses no dudaron en plantearme con preocupación e incluso con enfado sus dificultades para seguir adelante; las condiciones ambientales cada vez más exigentes, la falta de tiempo para adaptarse, los elevados costes de producción, la dificultad de encontrar materias activas sustitutivas de las prohibidas y que les permitan luchar con eficacia contra los nemátodos, la preocupación con el «gusano del alambre» que los lleva por la calle de la amargura. También por qué no decirlo, el retraso en las ayudas de inversión o la insuficiente ayuda a los fertilizantes. De todo esto me hago cargo en la parte que me toca. Una semana después llegó la «Tormenta Juliette» y la situación se complicó todavía más. La patata extra temprana sembrada hasta finales de noviembre se ha visto muy afectada. Acumulaba las heladas de hace tres semanas y el fuerte viento de hace dos semanas que daño la parte aérea de la planta. Luego llegó Juliette. La patata extra temprana de Sa Pobla es un producto único en los mercados europeos. Precisamente por su carácter temporal, es muy vulnerable a todo tipo de adversidades climáticas que se pueden suceder en los meses de febrero y marzo. Pero probablemente, en esta ocasión, el daño afecte también a la patata temprana que sigue después. En definitiva, una prueba de resistencia en toda regla para los payeses.

La administración agraria está al lado del sector en estos momentos, les apoyará en lo que deba y actuará con lo que toque. Pero hay que seguir los pasos uno a uno. Los agricultores saben que cuando suceden estas cosas, hay que dejar pasar los días para poder valorar cuál es el daño real. En ocasiones el cultivo se recupera, pero en otras ocasiones, también puede ser peor de lo que se veía inicialmente. Los seguros agrarios deben responder. Recuerdo que en nuestro país, los seguros agrarios son una política de carácter público – privada en la que tanto el Ministerio como las Comunidades Autónomas aportamos recursos todos los años subvencionando parte de las pólizas. Tengo constancia de una superficie de 312,35 ha de patata extra temprana asegurada antes del 15 de diciembre de 2022 con una producción de 11,3 millones de kilos asegurados. 6.504 kg de producción media por cuartón. A esta superficie se le suman 187,50 ha de superficie de patata temprana asegurada con otros 8,6 millones de kg y una producción media por cuartón de 8.274 kg por ha. Si bien la patata primerenca se asegura completamente porque nadie se la juega en estos meses, en la patata temprana apenas se asegura un 50% de la superficie. Los seguros agrarios son un gasto importante y es comprensible que el payes haga sus cálculos muy ajustados, sobre todo si los seguros de la patata aplican una franquicia para el caso de heladas del 20% y en las peritaciones se regatean las producciones y las pérdidas. Veremos que sucede, pero igual ha llegado el momento de darle una vuelta de tuerca a las condiciones del seguro de la patata que se discuten en el Grupo de Trabajo con ENESA y Agroseguro.

El payes productor de patata es un resistente nato. Tenemos 114 explotaciones de patata con 1.154 ha declaradas en la PAC de un cultivo muy profesional. Pero no es momento de andarse con paños calientes. Se lo digo a ellos continuamente. Es un sector que necesita introducir cambios en el modelo de producción. El reto es muy duro. Como mantener las condiciones fitosanitarias de la producción que es clave para mantener la posición en los mercados, cumpliendo las condiciones ambientales cada vez más exigentes, y sin que la caída de la productividad por cuartón arruine las explotaciones.

Hay iniciativas concretas. Hay quien está probando métodos de desinfección con ozono. Hay payeses que se ha convencido de la necesidad de dejar descansar las parcelas al menos tres años. Hay pruebas con rotaciones de cultivos como la crotalaria beneficiosas para el suelo. Hay pruebas de desinfección a partir de solarización y biosolarización. Hubiera sido ideal haber empezado hace 15 años. Espero que el sector siga resistiendo.