Al venirme a vivir a Mallorca supe de la controversia por el monumento de Sa Feixina, erigido por el franquismo en homenaje al crucero de guerra Baleares, hundido durante la guerra civil por el ejército republicano. Luego supe que dicho barco había participado en bombardeos en Andalucía. Finalmente, una amiga feminista que forma parte de la organización de La Desbandá me contó hace poco lo que pasó en la carretera Málaga-Almería: En febrero de 1937, en Málaga, ante la inminente llegada de los golpistas con Queipo de Llano al frente (sí, ese militar que decía por radio: «Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar, por mucho que berreen y pataleen»), centenares de miles de mujeres, niñas y ancianxs, se echaron a andar, despavoridos, hacia Almería, cargando con los pocos enseres que podían. A lo largo del tiempo que duró la huida, tres barcos, el Canarias, el Baleares y el Cervera, les bombardeaban por mar, mientras aviones italianos y alemanes les ametrallaban a lo largo de la carretera, dejando a miles de personas muertas y heridas. Mientras, los supervivientes intentaban esconderse de día y caminar por la noche. Cuando la poca comida que cargaban se acabó, se iban alimentando con higos secos y caña de azúcar. Murieron unas 10.000 personas desarmadas e indefensas, acribilladas en el camino o por frío, hambre, agotamiento y enfermedades al llegar a una Almería totalmente saturada. Los volvieron a matar más tarde, a base de ocultar y negar estos hechos.

Desde 2017, un grupo de personas organiza la Marcha por el mismo recorrido para reivindicar la memoria de tantas víctimas y denunciar su olvido consciente. Me apunté a hacer esta VII edición, para conocer los lazos que une a Mallorca con esta historia. El lema de este año es «La Desbandá tiene nombre de mujer» con las revolucionarias Tina Modotti y Matilde Landa como ejemplo. Ambas se trasladaron a Almería para, a través del Socorro Rojo, organizar la protección y acomodo de lxs refugiadxs que iban llegando y coordinar las evacuaciones a otros lugares. La primera era una famosa fotógrafa italiana que se vino a apoyar a la República, la segunda, extremeña, fue una dirigente comunista, quien, tras la guerra pasó por varias cárceles, acabando en la palmesana de Can Sales, la misma cárcel desde la que habían sacado a Aurora Picornell y a «les Roges del Molinar» para fusilarlas. Cuando llegó Matilde, el régimen franquista obligaba a las presas a bautizarse y ella, el domingo que iba a ser bautizada, se arrojó desde el tejado, prefiriendo suicidarse a ser utilizada como símbolo de derrota.

Hice el recorrido Málaga-Torre del Mar-Nerja-Almuñécar-Salobreña, en cuatro etapas. En la primera, jueves, éramos 299 personas, de ellas 184 mujeres; en la última, domingo, llegamos a 558, 329 mujeres. Tiene un impacto enorme el sencillo acto de ir andando mucha gente, como en el 37, para rendir homenaje a las víctimas y reclamar justicia y reparación. Emocionan mucho los aplausos y saludos a lo largo del recorrido, tanto en carretera como al llegar a los pueblos. La bandera republicana estaba muy presente y escuché a una anciana decir a la otra: «Mira, la bandera de antes». Varias de las niñas y niños supervivientes, ya muy mayores, nos han acompañado en el recorrido para contar sus historias y sentir nuestro apoyo y reconocimiento.

Marchamos apoyadxs por unas 16 personas, todas voluntarias, que cubren una compleja logística; un camión lleva nuestras maletas, y varios coches recogen a gente que no puede continuar. Les aseguro que el esfuerzo de proporcionar desayuno, comida, cena y alojamiento (en polideportivos) a tanta gente, más organizar todos los actos diarios al llegar a las poblaciones, no es moco de pavo.

Ir andando me posibilitó hablar con mucha buena gente, pero también a pensar e intentar ponerme en la piel de las víctimas del 37. Miraba el mar, precioso, pero imaginaba el pavor que sufrieron al ver los barcos disparando; llegamos a la bonita plaza de la Ermita, en Nejar, y escuchamos cómo cuando se intentaba allá evacuar en autobuses a 80 niños y niñas de un orfelinato, fueron atacados por aviones alemanes. Solo sobrevivieron 10. Pasamos por el río Guadalfeo, ya en Salobreña, y recordaron que aquel invierno fue muy lluvioso y al intentar cruzar el río, peligrosamente desbordado, se vieron en la disyuntiva de morir ahogados o ametrallados por los aviones que les hostigaban. Había poca escapatoria en ese lugar ahora idílico.

He caminado para poner luz a ese agujero negro en el que nos metieron y que nos hace vulnerables al futuro, puesto que desconocemos el pasado. Invito a entrar en su web para ahondar en esta iniciativa que es, sin duda, una de las más emocionantes enmarcadas en el movimiento memorialista: www.ladesbanda.es