Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ramón Aguiló

escrito sin red

Ramón Aguiló

El progresismo revienta cadenas seculares

La condición de progresista tenía una legitimación obvia cuando se enfrentaba a una realidad ahormada por la dictadura. Contra la falsificación histórica, eran pocos los reductos donde se hallaba, en círculos universitarios de Barcelona y Madrid, mientras que las tensiones sociales quedaban circunscritas a zonas del País Vasco, Asturias y Cataluña. La mayoría de ciudadanos vivía cómodamente instalada en el franquismo, que significaba el poder absoluto de Iglesia y Estado y la sordidez y miseria de la vida sexual y colectiva. La novedad de nuestros tiempos radica en el olvido del ansia por finiquitar la división de la II República y la Guerra Civil que impregnó la Transición y el advenimiento de la socialdemocracia. Hoy el progresismo en el poder es una confluencia abigarrada de oportunistas disfrazados de socialistas, de comunistas que no han leído a Marx, de clérigos nacionalistas alucinados y de exterroristas asesinos que surcan a bordo de un Bateau ivre bamboleante el océano del populismo.

La ley del sólo sí es sí, junto a otras exquisiteces legislativas como la ley Trans, es el ejemplo de una especie de retroprogresismo que, al tiempo que promete un nuevo amanecer a las mujeres, rebaja las condenas a sus violadores o los deja en libertad. Es tal el trauma colectivo que sigue a la cifra de más de 500 rebajas de pena y de 50 violadores en libertad, que toda la plana mayor del progresismo vive angustiada por la espada de Damocles de que alguno pueda reincidir en sus fechorías. Habrá que precisar que, muy por encima de ese temor figura otro, el del relato de cómo superar esta situación. La cuestión es que se van a seguir produciendo rebajas aunque se reforme la ley y se pueda aplicar a los culpables de nuevas violaciones. Ante este panorama, lo que indica el sentido común es la inmediata rectificación de la ley. Pero ¡ah!, la ministra Ribera, haciéndose eco de la posición de la parte socialista del gobierno de coalición, rechaza reformar la ley «sólo con el apoyo de la derecha». Es decir, quieren reformarla (con una proposición de ley muy parecida a la propuesta del PP) si se cuenta para hacerlo con los votos de UP, ERC y EH Bildu. Como con UP la cosa está chunga, con ERC y EH Bildu. Y si el PP o Vox quieren, que se sumen. Lo que preocupa a Sánchez, por encima de que se reforme la ley, es el relato de que pueda hacerse por un indeseado tándem PSOE-PP. Lo que importa a Sánchez no es la ley, es el relato. Asistimos, no a una pugna en torno a una ley sino a una pugna por la imposición sectaria del relato.

La barbaridad de la ley Trans es tal que países que la incorporaron, como Finlandia, Suecia, Reino Unido, la están rectificando debido a las consecuencias irreparables a las que conduce la irreversibilidad de los cambios inducidos en el cuerpo de los adolescentes, que está provocando dramas existenciales. Como dice la ciencia, la madurez propia de la edad adulta no se alcanza hasta que ha finalizado el desarrollo de los lóbulos frontales, lo que ocurre pasados los veinte años. Hasta entonces la personalidad del adolescente está sujeta a un temporal hormonal que puede generar ambigüedades en su identidad. Este es el precio de ser gobernados por los nuevos cruzados de la identidad. Lo diferencial ya no es el género basado en el sexo, uno ya no es hombre o mujer, homosexual masculino o femenino o no binario, lo que es fruto de la acción de la naturaleza, según la ley de distribución normal de Gauss. Uno ya es lo que quiere ser. Se está abandonando, a instancias del progresismo identitario, la condición natural por la condición de la voluntad sobrevenida. Hombres que dicen que son mujeres y viceversa, con todas las combinaciones de identidad sexual posibles. Una de las consecuencias es la reclamación de la supresión en escuelas y edificios públicos de baños separados de hombres y mujeres; baños comunes para todos. En fin, como para compartir baño con violadores. A estas barbaridades nos conduce la creencia en la tabla rasa al nacer y la negación de la naturaleza humana por parte de la nueva ingeniería social de los progresismos identitarios.

La ley de Bienestar animal aprobada en el Congreso introduce el reconocimiento de los derechos de los animales de compañía. Se traslada con increíble frivolidad la concepción de los derechos humanos a los animales, en una injustificada trasposición antropocéntrica. Los animales tienen sensibilidad y emociones, en mayor grado en función del desarrollo de su sistema nervioso, como es el caso de los mamíferos, lo que nos induce a empatizar con ellos. Es nuestra cercanía emocional lo que nos induce a protegerlos, no porque sean titulares de ningún derecho. Los derechos se reclaman y conquistan por los humanos, no se conceden a especies ajenas a la axiología humana. No existen, como no existen las correspondientes obligaciones. El castigo al maltrato a los animales no puede justificarse por haber vulnerado ningún derecho, sino por incurrir los humanos en conducta que nos parece reprobable por cruel y bestial, es decir, animal, propia de los animales, que actúan por el instinto y no por construcciones abstractas. Castigamos, no por vulnerar derechos animales sino por vulnerar el código de bondad y de sensibilidad que juzgamos propio de los humanos en su estadio más evolucionado. Se excluye de la ley a los animales de producción: terneros recentales, lechones, cabras etc. ¿Acaso no tienen emociones y sensibilidad como los animales de compañía? ¿No son los cerdos tan inteligentes o más que perros o gatos? ¿Acaso no es una hipocresía cegadora proteger a unos y estabular y sacrificar en mataderos al resto? Luego el derecho no es del animal si depende de si nos lo comemos o no. ¿Cómo entender que se exija un curso e inspecciones cuando se trata de adoptar un perro y nada para procrear un humano?

Nos coartan y agobian con burocracias administrativas que justifican las burocracias políticas. Nos someten a relatos fake, como los de Sánchez jugando a la petanca, mitineando o tomando café en Parla con ciudadanos corrientes. No son sino escenificaciones teatrales con militantes del PSOE y los relatos no son más que plagios. Se empieza plagiando una tesis, se continúa plagiando la democracia y se termina plagiando la vida.

Compartir el artículo

stats