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Pilar Garcés

EL DESLIZ

Pilar Garcés

El baboso de la fiesta

Ilustración: El baboso de la fiesta Elisa Martínez

Hay que aplaudirles, ahora que llega la temporada de alfombras rojas, pero no solo por su labor profesional. Las gentes del cine lo han vuelto a hacer, plantarse y poner un dedo en otra llaga. La fiesta posterior a la entrega en Zaragoza de los premios Feroz que otorga la prensa cinematográfica española acabó el domingo con un par de denuncias a un hombre por agredir sexualmente a una de las invitadas, y a otro por hacer lo mismo con un invitado. Se actuó con celeridad y el tipo del primer caso, un productor de cine y teatro, acabó de madrugada ante el juzgado de guardia y en libertad con cargos, mientras la policía investiga el segundo. Tras conocerse la identidad del arrestado, Javier Pérez Santana, se han sucedido las denuncias de otros actores, directores o guionistas que sufrieron acoso de su parte en diferentes situaciones y en saraos anteriores. Uno de los testimonios más elocuentes fue el del periodista y escritor Bob Pop, quien reveló que el sujeto se le abalanzó en la misma velada de los Feroz e intentó besarle sin su consentimiento. Le esquivó como pudo y se fue a su casa simplemente pensando que se había topado, de nuevo, con el «baboso de la fiesta». El típico personaje del que todo el mundo se aparta porque, escudado en la ingesta de alcohol o lo que sea, y en el fragor de la marcha, aprovecha para arrimarse, manosear, meter lengua, tocar el culo y lo que se tercie. Un prójimo invasivo y desagradable, un depredador de baja intensidad, presente en toda juerga con un mínimo de aglomeración, que se soporta con estoicismo para no liarla. No seas estrecha, mujer, que no es para tanto. Si es que el pobre va muy borracho. Si es que le da cariñosona. Las víctimas han dejado de ser las aguafiestas por pararle los pies al metemanos de turno. No hay que aguantar tocamientos indeseados y punto.

El «baboso» de los Feroz es el tipo de los cheques, productor igual que Harvey Weinstein. Como las coincidencias solo resultan creíbles en las comedias románticas, deberemos desconfiar de tanta casualidad y fijarnos en los comportamientos que normalizan quienes tienen la sartén por el mango. Los desmanes sexuales, acosos e incluso violaciones, que se atribuyen al norteamericano fundador de Miramax y que dieron origen al movimiento #metoo le han reportado condenas de décadas entre rejas y todavía colean. También han motivado su ostracismo. Ya veremos qué pasará con el caso español, pues Pérez Santana, que recogió un premio de la crítica por la película Mi vacío y yo, una historia sobre transexualidad que ha cosechado alabanzas y galardones («travelo de mierda, ten cuidado conmigo», le soltó a su denunciante la noche de marras), también opta a los Goya que se entregan en poco más de una semana. La Asociación de Mujeres Cineastas ha exigido «tolerancia cero» con este tipo de agresores, y las reacciones individuales en su contra y de apoyo a la víctima han sido numerosas desde el gremio de las artes escénicas. Poco que ver con la tímida respuesta del entorno del fútbol ante la presunta violación de que se acusa a Dani Alves. Y nada que ver con la intervención del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que en el último pleno de la capital rechazó retirar los honores a Plácido Domingo, acosador sexual confeso desde su posición de poder, porque sus denuncias no han tenido recorrido judicial, y «porque no participamos de las cazas de brujas, ni de las quemas, ni de las hogueras, ni de la moralina que pretende la izquierda». Otro baboso de la fiesta con su escudero que le defiende.

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