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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

El Govern para el PP, Palma para Vox: hipótesis en absoluto descartable

De darse los resultados que algunos pronostican, las derechas coparán las instituciones, y ahí habrá un reparto, porque Vox no bailará el agua al PP, ni mucho menos

Andarse con tiento al pronosticar qué puede acontecer el 28 de mayo no es que sea recomendable, sino obligado: la niebla es más espesa de lo que determinados sondeos anticipan. No hay, nunca existen ni cuando se dan por hechas mayorías absolutas, certezas para concluir cuál será el desenlace de las elecciones autonómicas y municipales. 116 días antes de que se abran las urnas parece asentarse la convicción (el sendero que conduce al infierno anda empedrado de buenas intenciones) de que las derechas se harán, después de una espera, largo paréntesis, de ocho años, con el santo y la limosna, volverán por sus fueros haciéndose con el control del Gobierno balear y del ayuntamiento de Palma. Dejemos de lado el Consell, la carta que se regala con facilidad al eventual socio. Planteemos hipótesis razonable: la suma de diputados al Parlamento balear y de concejales en Cort posibilita las mayorías absolutas a PP y Vox. Juntos obtienen 30 diputados y 15 concejales: presidencia de la Comunidad Autónoma y alcaldía de Palma caen en su capazo. Entonces, cómo reparten el botín obtenido. Ahí es cuando se planteará una negociación cuyo desenlace se acordará en Madrid, no en Palma, puesto que el paquete será parte de otro de mayor envergadura, el de los pactos nacionales que las derechas establecerán. Dejemos claro que la extrema derecha no aceptará en modo alguno limitarse a apoyar y eventualmente entrar en gobiernos presididos por el PP. En el caso que nos ocupa habrá, de permitirlo las urnas, insistamos en ello, intercambio de instituciones.

Marga Prohens, candidata a la presidencia de la Comunidad Autónoma, es, y en el PP lo saben, una pésima apuesta, que la dirección del partido que encabeza Núñez Feijóo se ha visto obligada a aceptar al venirle impuesta de la etapa de la gran calamidad que fue Pablo Casado. Saben en el PP que Prohens no suma, resta, que no es competidora solvente para la socialista Francina Armengol. Además, su equipo es manifiestamente penoso. Ahí no hay mimbres para levantar una estructura de gobierno sólida y eficaz. Pero, en esas estamos, las querencias nacionales que se activan en las elecciones, le dan para poder desbancar a la actual presidenta. Siempre disponiendo de las asistencias de Vox. En algún que otro sector del PP balear se tiembla ante la eventualidad de replicar el compongo establecido en Castilla-León, tóxico buñuelo que iguala al que el Gobierno de la nación tiene en el ministerio de Irene Montero.

Llegamos al pacto: Prohens gobernaría en solitario a cambio de que Vox ostentara la alcaldía de Palma. O lo que es lo mismo: Fulgencio Coll Bucher, ex teniente general del Ejército, exjefe del Estado Mayor, exjefe de la Unidad Militar de Emergencias que despunta con notables apoyos en sectores muy identificables de la derecha de Ciutat, fuese investido alcalde de Palma, aunque el PP obtenga alguna que otra concejalía más que Vox. Es acuerdo que en el partido de Santiago Abascal se acaricia, no en vano se le ha dado a Coll carta blanca en detrimento del falangista Jorge Campos, quien, en esos supuestos, se quedaría como está, sin cargo institucional con el que relamerse.

De ser ese el desenlace tenemos al gran sacrificado: Jaime Martínez, candidato del PP para sustituir al alcalde socialista José Hila. Ha dicho Martínez que es «ciencia ficción» que de sacar más concejales que Coll no sea él el alcalde. Se equivoca. Al contrario que Prohens, Martínez es buen candidato, exhibe solvencia, no se le atisban las carencias que adornan visiblemente a Prohens, pero tanto en el PP como en el PSOE, cuando de ocupar instituciones se trata, no se andan con remilgos ni consideraciones. Martínez será apiolado si con ello el PP recupera la presidencia de la Comunidad Autónoma. Vox jugará esa carta, y el PP se verá obligado a endosarla. Para ello falta que las urnas lo validen. Cuatro meses dan para que los electores que sufragan a las izquierdas decidan enfilar el sendero que desemboca en las urnas.

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